GRANDE ENTRE LOS GRANDES

Nos ha dejado Sir ‘Black’ Jack Brabham. Tricampeón del mundo y exponente destacado de la longevidad y el ‘garajista. Gran piloto pero por encima de todo, entendedor de lo que tenía entre manos.
Son muchas las cosas que se pueden decir de Jack Brabham. Y son muchos los tirones de orejas que nos tenemos que hacer. Siendo un tricampeón del mundo no pareció tener el reconocimiento que sí tienen otros con carreras menos longevas y en algún caso no tan exitosas.
Sí, 3 campeonatos del mundo de los cuales dos son hito en la historia de la F1. Están escritos con letras de oro. El primero es el que le llevó a conseguir el título mundial en 1959. Fue el primer campeón que lo logró con un coche ‘todo atrás’. Hasta ese momento los monoplazas habían ganado con la configuración de motor delante y tracción trasera. Hizo falta un cambio de reglamento, se redujeron los motores a 1.500 cc, de cara a la temporada de 1961 para que, sin cambiar esa configuración, al menos Ferrari fuera capaz de recuperar el tiempo perdido.
El segundo hito es probablemente más importante. Fue campeón del mundo en 1966 pilotando su propio monoplaza, con su nombre.
LONGEVO
Siendo estos dos hitos importantes, no lo es menos su longevidad y la manera de entender todos los monoplazas que pilotó en su carrera. Ésta se expande en 16 temporadas. Temporadas que abarcan desde la dinastía de Juan Manuel Fangio a la de Jackie Stewart. De los coches con motor delantero a las bestias de 3 litros y la locura de los alerones en voladizo. Moss, Hawthorn, Collins, Clark, los Hill, Clark, Surtees, Rindt entre otros fueron disputando GP a su lado.
Fueron los midgets australianos los que le dieron el control y sobre todo el conocimiento de los coches. Nunca se le puso nada por delante. El mismo se consideraba mitad piloto, mitad mecánico. Cualquier idea que se le ocurría para mejorar sus coches, la probaba él primero. Eso le trajo como consecuencia más de una rotura y perder victorias. Pero a la vez le dio un conocimiento más profundo de lo que ocurría y del comportamiento de sus coches.
COOPER
Su relación con Cooper y con Ron Tauranac en Inglaterra le terminó de pulir su toque mecánico. Siempre se recordará como mejoraron los Cooper de 1959 a 1960 con el cambio que realizó en la suspensión del coche. De ser un violento sobrevirador pasó a ser un dócil corderito. Tanto que se plantó en Indianápolis siendo el objeto de las burlas de los estadounidenses. Aquel cochecito parecía eso, un cordero entre grandes lobos. Sin embargo era muchísimo más eficiente en curva que los monoplazas, casi obsoletos, estadounidenses. Si Dunlop le hubiera dado un neumático adecuado, quizá la historia de Indianápolis habría cambiado unos años antes.
Otro de sus logros, que ayudó a su gran primer hito, fue la modificación de unas cajas de cambio de cara a la temporada 1959. Las que se adaptaban al diseño y a la configuración del Cooper con el motor atrás, eran unas de Citroen. Pero la carcasa no aguantaba el esfuerzo. Jack se fue a la fábrica y pidió que le hicieran una carcasa nueva. Citroen le dijo que sí, pero que les llevaría dos años.
Su experiencia como mecánico le llevó a pedir que si podían poner unas tiras para reforzar las carcasas que ya tenían. En tres semanas las estaban probando y funcionaron. Esa es una gran parte del título de 1969.
Estas son parte de muchas vivencias de Jack Brabham. Un piloto que le dijo que no a Ferrari, en realidad no se presentó a la cita en Maranello. Él quería construir coches capaces de batir a Ferrari. Y es lo que hizo.

Curiosamente, la victoria que él considera la mejor de su carrera fue en el GP de Francia de 1960. Una carrera que muchos dirían que fue aburrida. Brabham marcó la pole con casi 1,5 segundos sobre el Ferrari de Phil Hill. Hasta la vuelta 18 intercambiaron el liderato, a partir de ahí Brabham no tuvo problemas. Phil Hill empezó a sufrir problemas de transmisión. Su vuelta el sábado fue estratosférica, y su control el domingo sin parangón. Y aún así, una victoria sin espectacularidad pero con el brillo del equipo. Una victoria como él, grande pero discreta. ‘Black’ Jack, un grande entre los

Nos ha dejado Sir ‘Black’ Jack Brabham. Tricampeón del mundo y exponente destacado de la longevidad la versatilidad y el ‘garajismo’. Gran piloto pero por encima de todo, entendedor de lo que tenía entre manos.

Son muchas las cosas que se pueden decir de Jack Brabham. Y son muchos los tirones de orejas que nos tenemos que dar. Siendo un tricampeón del mundo, no pareció tener el reconocimiento que sí tienen otros con carreras menos longevas y en algún caso no tan exitosas.

Sí, tres campeonatos del mundo de los cuales dos son hito en la historia de la F1. Están escritos con letras de oro en el libro que atesora los más grandes logros. El primero es el que le llevó a conseguir el título mundial en 1959. Fue el primer campeón que lo logró con un coche ‘todo atrás’. Hasta ese momento los monoplazas habían ganado con la configuración de motor delante y tracción trasera. Hizo falta un cambio de reglamento dos años después, se redujeron los motores a 1.500 cc, de cara a la temporada de 1961 para que, sin cambiar esa configuración, al menos Ferrari fuera capaz de recuperar el tiempo perdido. El segundo hito es probablemente más importante. Fue campeón del mundo en 1966 pilotando su propio monoplaza, con su nombre. Cuando la categoría había aumentado la cilindrada a 3.000 cc y los bólidos se habían vuelto rapidísimos y peligrosos. Es curioso que jamás pasara una noche en un hospital por un accidente en su carrera. Tuvo que ser una carrera de exhibición la que tuviera el dudoso honor, casi siendo octogenario, de postrarle en una.

LONGEVO

Siendo aquellos dos hitos importantes, no lo es menos su longevidad y la manera de entender todos los monoplazas que pilotó en su carrera. Ésta se expande durante 16 temporadas. Temporadas que abarcan desde la dinastía de Juan Manuel Fangio a la de Jackie Stewart. De los coches con motor delantero a las bestias de 3 litros y la locura de los alerones en voladizo. Moss, Hawthorn, Collins, Clark, los Hill, Clark, Surtees, Rindt entre otros fueron disputando GP a su lado.

Su escuela fue los midgets australianos. Ellos le dieron el control y sobre todo el conocimiento sobre los coches. Nunca se le puso nada por delante. El mismo se consideraba mitad piloto, mitad mecánico. Cualquier idea que se le ocurría, que podía mejorar sus coches, la probaba él primero. Eso le trajo como consecuencia más de una rotura y perder victorias. Pero a la vez le dio un conocimiento más profundo de lo que ocurría y del comportamiento de sus monturas.

COOPER

Su relación con Cooper y con Ron Tauranac en Inglaterra le terminó de pulir su toque mecánico. Siempre se recordará como mejoraron los Cooper de 1959 a 1960 con el cambio que realizó en la suspensión del coche. De ser un violento sobrevirador pasó a ser un dócil corderito. Tanto que se plantó en Indianápolis siendo el objeto de las burlas de los estadounidenses. Aquel cochecito parecía eso, un cordero entre grandes lobos. Sin embargo era muchísimo más eficiente en curva que los monoplazas, casi obsoletos, estadounidenses. Si Dunlop le hubiera dado un neumático adecuado, quizá la historia de Indianápolis habría cambiado unos años antes.

Otro de sus logros, que ayudó a su gran primer hito, fue la modificación de unas cajas de cambio de cara a la temporada 1959. Las que se adaptaban al diseño y a la configuración del Cooper con el motor atrás, eran unas de Citroen. Pero la carcasa no aguantaba el esfuerzo. Jack se fue a la fábrica y pidió que le hicieran una carcasa nueva. Citroen le dijo que sí, pero que les llevaría dos años. Su experiencia como mecánico le llevó a pedir que si podían poner unas tiras para reforzar las carcasas que ya tenían. En Citroen no daban crédito a la petición pero le dijeron que sí. En tres semanas las estaban probando y funcionaron. Esa es una gran parte del título de 1969.

Estas son parte de muchas vivencias de Jack Brabham. Un piloto que le dijo que no a Ferrari, en realidad no se presentó a la cita en Maranello. Él quería construir coches capaces de batir a Ferrari. Y es lo que hizo.

Curiosamente, la victoria que él considera la mejor de su carrera fue en el GP de Francia de 1960. Una carrera que muchos dirían que fue aburrida. Brabham marcó la pole con casi 1,5 segundos sobre el Ferrari de Phil Hill. Hasta la vuelta 18 intercambiaron el liderato, a partir de ahí Brabham no tuvo problemas. Phil Hill empezó a sufrir con su transmisión. Su vuelta el sábado fue estratosférica, y su control el domingo sin parangón. Y aún así, una victoria sin espectacularidad pero con el brillo del equipo. De la puesta a punto perfecta. De la simbiosis entre piloto y monoplaza. Una victoria como él, grande pero discreta. ‘Black’ Jack, un Grande entre los Grandes.

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One Response to “GRANDE ENTRE LOS GRANDES”

  1. cies dice:

    Amén.