No ha mucho tiempo, aunque quizá sea demasiado, que en las noches oscuras como la de hoy, el mar era un cielo estrellado. Noche negra, sin luna. Dicen que mala para la pesca, aunque todo depende de qué especie se quisiera pescar.
En aquellas noches, como esta, en que las estrellas parecían no querer salir sin el amparo de la luna, a veces tapadas por unas furtivas nubes, era el mar el que tomaba el relevo. Muchas luces de barquitos pesqueros horadaban la negra inmensidad marítima. Parecía que la luz saliera del fondo del mar y que fuera éste un negro telón que sólo el pesquero podía romper. Allí durante toda la noche, lo suficientemente juntos pero separados, iban y venían hasta que el sol les sorprendía en la amanecida.
Ahora no hay una sola luz que rompa ese telón y marque con su punto su situación. Se dice pronto. Ni una. Ni un barquito. Sólo el solitario mercante que sigue su ruta de cabotaje o el crucero que surca la noche camino de su siguiente destino. Y tal y como están las cosas, no con la frecuencia de hace unas pocas calendas.
A la izquierda las luces de Villajoyosa y Benidorm. Luces que han ido ganando en número e intensidad. A la derecha el potente foco intermitente del Cabo de las Huertas. Solitario y casi inútil guardián. Ángel de la Guarda devenido en simple farola singular.
Aquellas luces del mar se trasladaron a tierra. Lo que entre San Juan, pueblo, y la playa no era más que un erial oscuro y casi yermo, se fue poblando poco a poco, al principio y vertiginosamente después, de luces por doquier. Ahora hace daño casi mirar tanto destello multicolor.
Los urbanitas que escapamos de la ciudad, estamos tan locos para meternos en otra jungla de cemento y asfalto. Estamos tan locos para huir de la aglomeración del Metro para aglomerarnos a la orilla del mar. Estamos tan locos para aborrecer un atasco y atascarnos camino del Super. Estamos tan locos para huir del calor seco cayendo en el calor húmedo. Estamos tan locos para no ver una estrella durante el año y para estrellarnos contra tanta o más contaminación lumínica. Estamos tan locos que en nuestra locura nos alienamos y pensamos que estamos descansando cuando es imposible. Estamos tan locos que de locos parecemos, si es que no lo somos, tontos de remate.
Las luces del mar se han trasladado a la tierra, decía. Las nuestras, las que se nos suponen, no sé dónde han debido ir a parar.
Cata, un alegrón que te hayas acordado de dónde está la llave y que hayas entrado a comentar. gracias. Espero que la intensidad del faro sea alta y clara, a pesar de la intermitencia propia del artefacto.
Mikel, gracias. La observación, como dices, nos da sabiduría. Nunca me gustó ser borrego, por eso la espalda está marcada con latigazos. Seguiremos copiando, observando e intentando aportar.
Pulguita. En mi vida he visto dos veces luciérnagas. Mucho tiempo ha…Gracias y me alegro haberte alegrado por un instante.
Don José, como siempre un honor invitarle a un buen vino de ese que ya va tomando cuerpo aunque sigue peleón.
Mayor, sí. A veces te cae el peso de lo vivido de golpe, así, sin avisar. Se doblan las piernas y hay que sacar las fuerzas de la flaqueza para recomponer la figura.
Es una pena lo que perdimos, aunque hayamos ganado también, y lo que seguimos perdiendo como si nada.
un fuerte abrazo
Don Carlos, se está usted haciendo mayor como vino bueno en barrica de roble, ganando en sabor y textura… Nada como lo que fuimos, como lo que fue, pero mírelo bien y acepte que el recuerdo de lo vivido le hace estar despierto ante la mediocridad que nos rodea para señalarla con el dedo y decir bien alto que el que vivimos ni es buen presente ni antesala de mejor futuro, y acepte también que su lucidez, que con su permiso hago mía desde ya mismo, permitirá comprender a los que nos andan cerca y sobrevivirán, que en esta tierra de nadie quedan locos diferentes a los otros locos que tanto abundan, que aún huelen el aire al salir de casa y miran el cielo o a la costa buscando lo que saben que las luces artificiales ocultan.
Permítame usted que me quite el sombrero
Un abrazote
Jose
Ayer me dijo alguien que ¡había visto una luciérnaga!: ¿hace cuanto que no ves una?.
Fantástico post que me ha sacado del duermevela estival para devolverme al mundo de la reflexión.
Si sigues, Charly, por ese hilo de reflexión te encontrarás con una bifurcación curiosa; una, que el humano es un copión y por ser así, aprende de los demás pero PERO, no se da cuenta que puede desarrollarse también, complementariamente, por si mismo, por otro camino paralelo, pensar por si mismo y esto no lo hace, requiere esfuerzo y constancia. Esto es de libro; a continuación debemos decir que hay grupos (poderosos) que no les interesa que salgamos del rebaño, que no pensemos, que no veamos otros caminos…que gastemos donde ellos quieren que dejemos nuestro dinero. Somos polvo de estrellas (literalmente) y este artículo, pequeño pero denso, me ha gustado.
¡Qué razón tienes Charly|,
la verdad es que estamos locos “estos romanos” y no los que vivían siempre tan a gusto en su irreductible aldea…
Como bien solías decir: “Cagontó, mecagüen…”
Por mi parte, me dedico a navegar más, ahora que puedo, intentando recalar en los puertos amigos de siempre, para ver cómo os va la vida. Un placer haber podido avistar desde lejos la lucecita de tu faro encendida.
¡Qué disfrutes y descanses todo lo que puedas, pese a la locura generalizada!
Un besote. C.
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