Ha muerto Richard Wright, el teclista de Pink Floyd y el miembro más discreto de la formación.
Como Jano, el Dios romano de las dos caras, Richard Wright se movió como pez en el agua a principio de los 80 en la disputa interna de Pink Floyd. Pero esto lo contaremos más tarde.
Richard era uno de los cuatro miembros fundadores del grupo. Junto a Syd Barrett, Roger Waters y Nick Mason formó una de las bandas más importantes del siglo XX. El primer disco que editaron ‘The piper at the gates of dawn’ tenía ya su sello y su órgano ya marcaba la pauta en el sonido del grupo. Aquel álbum era psicodelia pura, sobre todo ‘Intellestar overdrive’ y determinó el camino que seguiría el grupo bajo la dirección de Syd Barrett. Lo que si que dejó claro aquella grabación era su comunión casi perfecta con la guitarra de Barrett.
BARRETT Y GILMOUR
El abuso del LSD por parte de Syd Barrett le provocó graves problemas mentales. Tanto así que tuvo que ser sustituido y eso dejó por un tiempo el liderazgo del grupo a Richard. Asumió esa responsabilidad sin abusar. Dos canciones del ‘A saucerful of secrets’ llevan su sello y su voz.
US & THEM
El álbum de las ‘vacas’, ‘Atom heart mother’, tiene una de las joyas más maravillosas del grupo y de Wright. ‘Summer’68′ es una de esas piezas eternas que te conmueven cada vez que la escuchas.
Pero es en una de las obras cumbre del grupo, ‘The dark side of the moon’, donde Wright tiene su obra maestra. ‘Us & them’. Su transformación a los sintetizadores y su comunión tanto con Waters como con Gilmour crearon el sonido característico de Pink Floyd. ‘The great gig in the sky’ es suya también.
Los problemas que provocó la cara oculta de la luna, con la lucha de egos entre Waters y Gilmour, que se escenificaron perfectamente en ‘The Wall’ doblaron a Pink Floyd pero no lo partieron.
JANO
Waters en un rincón. Gilmour y Mason en otro y Wright en medio. El álbum del Muro, marcó los dos conceptos de hacer música. Waters más histriónico, más narrador. Gilmour, Mason y Wright más ‘clásicos’. En ‘The final cut’ se rompió todo. Waters expulsó a Wright. Poco después fue Waters el expulsado.
Tras la afrenta Waters denunció al grupo y pidió al juez que Mason, Gilmour y Wright no pudieran utilizar ni el nombre, ni el logo, ni las canciones de Pink Floyd. Perdió. Afortunádamente.
Sin embargo se lanzó a una serie de giras para las que contó con Richard Wright, como uno de sus músicos y por supuesto sin ningún protagonismo (él era el único e ‘imprescindible’). La pérdida de la demanda hizo que Gilmour y Mason llamaran de nuevo a Wrightle para Pink Floyd. ‘A momentary lapse of reason’ repitió los defectos de los anteriores con Waters. Solo que esta vez la diva era Gilmour. De hecho se consideró a éste disco como uno en solitario del genial guitarrista con la colaboración de sus amigos. Tras las giras mastodónticas llegó ‘The division bell’.
DE NUEVO MIEMBRO
El álbum supuso la vuelta de Wright como miembro de Pink Floyd y la colaboración más estrecha entre todos los integrantes. Sería el último disco de estudio. La gira P.U.L.S.E. sería la última y contó con la interpretación de ‘The dark side of the moon’ en directo al completo. Sublime.
Aparte de tocar un par de temas en el funeral de O’Rourke, su manager, llegó la ansiada reunificación de los cuatro miembros del grupo. Sería en el ‘Live 8′ de 2006. La ‘Pink Floyd mania se disparó.
A principio de este año, en abril, Mason anunció que Pink Floyd se volvería a reunir en un evento benéfico.
Pero el cáncer se ha llevado a Richard ‘Jano’ Wright y nos ha privado de un gran concierto que es probable que hubiera sido el último.
Nada mejor para despedirle que unas palabras que ha dicho hoy David Gilmour “Nadie podrá reemplazar a Richard Wright. Era un hombre dulce, modesto y discreto, pero su voz melancólica y su manera de tocar han sido componentes vitales y mágicas para algunas de las canciones más conocidas de Pink Floyd”.
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