MO, MO, MO

Ha muerto Moses Malone. Uno de esos tipos que hicieron grande al baloncesto. Alcanzó su cenit justo antes de la explosión de notoriedad que provocaron Larry Bird y ‘Magic’ Johnson.
No por ello pasó desapercibido. Ni mucho menos. Ya desde su paso a la ABA sin pasar por la universidad, uno de los primeros jugadores en hacerlo, dejó claro que su filosofía de trabajo era su principal arma.
El primer partido que vi de Malone fue con los Sixers. Contra los Lakers. Ver a quel tipo tirar a tres metros, delante de Kareem. Fallar, saltar a por su rebote y ganar metro y medio, volver a lanzar evitando los eternos brazos de uno de los mejores 5 de siempre, volver a fallar, saltar de nuevo a por el rebote y cogerlo, ganando más espacio, volver a tirar entre un embrollo de brazos, volver a fallar y volver a saltar a por el palmeo, ya sin oposición, y anotar.
Así era Malone. Te derrotaba por insistencia. Cuando las piernas dolían y no respondían a un tercer o cuarto esfuerzo para saltar, ahí estaba él para demostrarte que sí, que aún con dolor, aún pensando que no iban a responderte, sí. Respondían.
Meter más de 30 puntos era relativamente habitual para Mo. Más aún lo era cazar 20 rebotes. Y de esos, la gran mayoría ofensivos. Sigue, hoy en día de baloncesto tan científico, de minutos y rotaciones milimétricas, el líder en rebotes ofensivos de la historia.
SIXERS
Hay alineaciones que se dicen de carrerilla. En fútbol con 11 es algo más dificilillo. Pero en baloncesto recordar equipos importantes es más fácil. Aquella mítica, Cheeks, Toney, Dr. J (Erving), Jones y Malone, sembraron el pánico en 1983. Malone le puso la guinda a aquel equipo maravilloso, dádole la fuerza interior que no tenía. En un equipo que había logrado 58 victorias, la presencia de Malone les llevó a las 65. En aquellos playoffs Malone pronunció su famoso ‘Fo, Fo, Fo’. Dicho con un deje sureño de su Virginia natal. Se refería a que, y no era una bravata, así iban a pasar por los playoffs. Sin dar opción. Casi acertó. Sólo perdió Philadelphia un partido en aquellas tres eliminatorias.
Malone ganó 3 MVP. Tantos como Larry Bird y ‘Magic’ Johnson. Si no es el ‘center’ más grande de la historia es simplemente por la cierta clandestinidad de la NBA en la televisión en los albores de los 80. Justo después de aquellas finales, las audiencias se dispararon con Lakers y Boston, Johnson y Bird.
Estuvo 20 años en activo. Y en cada uno de los partidos que jugó no se dejó un gramo de entrega por dar. Debajo de los aros era como un martillo pilón. Percutía sobre sus rivales tanto en defensa, como en ataque. Los demolía.
Quizá debió ganar algún otro título. Con Atlanta. Pero las lesiones y las desbandadas de los ‘pájaros’ se lo impidieron.
Muchos se quedan con su icónica imagen en la línea de tiros libres. Con sus gafas, ‘googles’, subidas en la frente y sus dos brazos flexionados mirando al aro.
Yo me quedo con sus esfuerzos tirando, reboteando, volviendo a tirar y volviendo a rebotear hasta el infinito. Igual que aquel, ‘Fo, fo, fo’, así percutía una y otra vez, así reboteaba uno, otro, otro más. ‘Mo, Mo, Mo’.

Ha muerto Moses Malone. Uno de esos tipos que hicieron grande al baloncesto. Alcanzó su cenit justo antes del boom de notoriedad que provocaron Larry Bird y ‘Magic’ Johnson.

No por ello pasó desapercibido. Ni mucho menos. Ya desde su paso a la ABA sin pasar por la universidad, uno de los primeros jugadores en hacerlo, dejó claro que su filosofía de trabajo era su principal arma.

El primer partido que vi de Malone fue con los Sixers. Contra los Lakers. Ver a quel tipo tirar a tres metros, delante de Kareem. Fallar, saltar a por su rebote y ganar metro y medio, volver a lanzar evitando los eternos brazos de uno de los mejores 5 de siempre, volver a fallar, saltar de nuevo a por el rebote y cogerlo, ganando más espacio, volver a tirar entre un embrollo de brazos, volver a fallar y volver a saltar a por el palmeo, ya sin oposición, y anotar.

Así era Malone. Te derrotaba por insistencia. Cuando las piernas dolían y no respondían a un tercer o cuarto esfuerzo para saltar, ahí estaba él para demostrarte que sí, que aún con dolor, aún pensando que no iban a responderte, sí. Respondían.

Meter más de 30 puntos era relativamente habitual para Mo. Más aún lo era cazar 20 rebotes. Y de esos, la gran mayoría ofensivos. Sigue, hoy en día de baloncesto tan científico, de minutos y rotaciones milimétricas, el líder en rebotes ofensivos de la historia.

SIXERS

Hay alineaciones que se dicen de carrerilla. En fútbol con 11 es algo más dificilillo. Pero en baloncesto recordar equipos importantes es más fácil. Aquella mítica, Cheeks, Toney, Dr. J (Erving), Jones y Malone, sembraron el pánico en 1983 desde una de las ciudades que patentó su sonido. Philadelphia. Malone le puso la guinda a aquel equipo maravilloso, dándole la fuerza interior que no tenía. En un equipo que había logrado 58 victorias la temporada anterior, la presencia de Malone les llevó hasta las 65. En aquellos playoffs Malone pronunció su famoso ‘Fo, Fo, Fo’. Pronunciado con el deje sureño de su Virginia natal. Se refería a que, y no era una bravata, así iban a pasar por los playoffs. Sin dar opción. Casi acertó. Sólo perdió Philadelphia un partido en aquellas tres eliminatorias.

Malone ganó 3 MVP. Tantos como Larry Bird y ‘Magic’ Johnson. Por si hubiera dudas de su valía. Si no es el ‘center’ más grande de la historia es simplemente por la cierta clandestinidad de la NBA en la televisión en los albores de los 80. Justo después de aquellas finales, las audiencias se dispararon con Lakers y Boston como puntas de lanza y Johnson y Bird como los principales actores entre una pléyade de jugadores maravillosos.

Estuvo 20 años en activo. Y en cada uno de los partidos que jugó no se dejó un gramo de entrega por dar. Debajo de los aros era como un martillo pilón. Percutía sobre sus rivales tanto en defensa, como en ataque. Los demolía. Quizá debió ganar algún otro título. Con Atlanta. Aquella de Wilkins. Pero las lesiones y las desbandadas de los ‘pájaros’ se lo impidieron.

Muchos se quedan con su icónica imagen en la línea de tiros libres. Con sus gafas, ‘googles’, subidas en la frente y sus dos brazos flexionados mirando al aro. Porque Malone no tenía algo claro y distintivo que le caracterizara. No tenía el gancho ’skyhook’ de Jabbar. La movilidad de Olajuwon, los pases sin mirar de Magic o el tiro de puntillas de Bird. Su ‘marca de la casa’ era el perseguir el balón una y otra vez cuando estaba por encima de su cabeza.

Yo me quedo con sus esfuerzos tirando, reboteando, volviendo a tirar y volviendo a rebotear hasta el infinito. Es el mejor recogiendo tiros perdidos que ha existido. Igual que aquel, ‘Fo, fo, fo’, así percutía una y otra vez, así reboteaba uno, otro, otro más. ‘Mo, Mo, Mo’.

Los Sixers campeones

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