‘JUEGO LIMPIO’. ¡JA!

No vi el Sevilla-Osasuna en directo. Pero si me pusieron al tanto caminando hacia el Bernabeu previo a presenciar uno de los mejores partidos de ésta liga y parte de la anterior. Después  vi las imágenes de la jugada del penalty y sus momentos previos.
Que estos partidos tienen una componente de tensión inusual está claro. Las cosas se enredan, las querellas se trasladan al siguiente choque y las cuentas pendientes se transmiten a los nuevos jugadores que llegan de una temporada a otra. Eso es hoy en día un Sevilla-Osasuna. Pasión mal entendida, juego rastrero y sucio. No me extraña.
En la jugada previa a la de la polémica, Poulsen le dio un codazo a un jugador de Osasuna. El arquero pamplonica envió el balón fuera para que atendieran a su compañero.
Sin duda que con 1-1 en el marcador se podía pensar que era una maniobra más. Una de las muchas que se utilizan para perder tiempo. Era el minuto 88.
La polémica sobre la conveniencia de tirar el balón fuera cuando hay un compañero, sí un compañero sea del equipo que sea, está en la calle. No son pocos los entrenadores que han dicho públicamente que sus jugadores no van a tirar el balón fuera así estén las tripas del contrario sobre el cesped. La pillería y el ventajismo han llevado a practicas deplorables y a que sea lícito hacerse el muerto para abortar un contrataque enemigo y quitarle una ocasión de gol. No me extraña esa decisión de varios entrenadores que me parece bien. Como creo que una vez devuelto el balón a un equipo no se le debe presionar a muerte.
Volviendo al partido que nos ocupa. El Sevilla sacó de banda. Los jugadores de Osasuna esperaban y pedían que los “palanganas”, ¿quizá más correcto decir los retretes?, les devolvieran el balón. Maresca, italiano, no lo hizo. El Osasuna descolocado. Llegó el inexistente penalti. Del malnacido de Iturralde mejor no decir nada porque nos esperaría la carcel. Y de sus jefes que consideraron que hizo un gran arbitraje lo mismo. No merece la pena ir al trullo por tanto ladrón e impresentable.
La FIFA y la UEFA pusieron mucho empeño en el ‘fair-play’ (en ingles ‘ferplei’), y no les ha funcionado para nada.
Podía haber sido cualquier equipo, aunque tengo dudas que un grande lo hubiera hecho, pero ha sido el Sevilla. Un nuevo rico, con un paleto, nuevo rico también, picapleitos de gañanes ladrones que se enriquecen con las comisiones, supuestos ojo, al que su entrenador le dejó con dos palmos de narices, que engañó y cortó la trayectoria de uno de los mejores laterales del fútbol mundial. Que ha puesto de entrenador a Manolito Jimenez, un carnicero de cuidado. No, no me extraña que haya sido el Sevilla.
Hay que saber perder, pero es mucho más importante saber ganar. Y de eso el Sevilla no tiene la más remota idea. Tanto mejor equipo del año y tanta fanfarria y no se enteran que la grandeza no viene por los partidos ganados. Si no cómo los ganes. Recuperaron algo de simpatía tras la muerte de Puerta. Pero al final, todo vuelve a su cauce. Al cauce del “pisálo, pisálo” de Bilardo. Al cauce de la provocación, mutua, con el Betis hasta queun día nos arrepintamos. Del todo vale con tal de ganar.
Afortunadamente, estas acciones con el tiempo se le vuelven a uno en su contra y se termina pagando con creces.
Juego Limpio, ¡ja!
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