Una necesidad imperiosa, un cajón que se abre y una caja de cartón rojo con un avión dibujado. Air Mail. Un olor especial y el papel. Ese papel. Todo un mundo de recuerdos se ha agolpado en ese momento.
Estar fuera de casa tiene estas cosas. Una chuleta a preparar para la radio, dos vueltas y ni una mala hoja que llevarte al bolígrafo. ¿Para qué teniendo el ordenador? Sí. Es cierto. Será la tendencia a sentirme como un tigre enjaulado cuando hablo por teléfono. El caso es que necesito un papel, incluso para hacer garabatos mientras hablo.
Abro un cajón, nada. El de debajo, menos, pero un bote con pistachos. Casco dos y sigo buscando. Y de repente en el tercero aparece un tesoro. Como si de un cofre se tratara hay una caja roja semi tapada con varios sobres. Sobres de aquellos bordeados con bandas blancas, rojas y azules. Air Mail. Correo aéreo. La caja roja tiene pintado un avión. Papel para cartas.
Despacio lo he abierto. Allí había un pliego con varias hojas. Ese papel fino pero rugoso, ligero pero firme. Recuerdos.
RECUERDOS
Ese papel fino. Perfectamente cortado. Rugoso. Lo justo para el que el bolígrafo se viera ayudado a la hora de bombear la tinta. Ligero para no sobrepasar el peso obligado en el correo aéreo. Firme para rubricar con buen pulso la manuscrita. Ah. Manuscrita.
Recuerdo escucharle a mi abuela cuando recibía cartas de los parientes en Sudamérica. Ésta ha tardado menos de quince días. Algo que se tomaba como un acontecimiento. Cuando las recibía siempre había pasado mucho tiempo. Desde allí, allende los mares, venían en barco. Mi abuela siempre las enviaba por avión.
¡Qué tiempos! ¿Verdad? Una conferencia era prohibitiva, en eso no ha cambiado mucho la cosa. El atraco del teléfono sigue presente. Pero las cartas. Las cartas eran otra cosa.
Madrid a tal de tal, etc. A la derecha me gustaba poner la canción que estaba escuchando al escribirla.
Estimado señor, querida tía o derrotado corazón, si venía al caso, empezaban las misivas. Cambiando de línea y justificando.
Recuerdo las primeras cartas con los amigos del verano. Una diáspora a toda la península y a Francia. Después las cartas con tu prima, confidente y confidencial. Más tarde con una novia australiana para descubrir a la cuarta carta que no era ella la que respondía sino su madre, rota, con lágrimas en el papel comunicando que su hija había fallecido.
Después las cartas en la mili. Con amigos, mi madre. Y poco a poco el mundo moderno. En los primeros correos electrónicos se guardaban las formas. Después ellos adquirieron sus propias formas.
Ahora no hay un estimado señor, querida tía o derrotado corazón. Pero afortunadamente sigue habiendo formas y maneras. Ahora no son cartas de 2 ó 3 folios. A veces son mensajes de 140 caracteres. Mensajes escritos con la misma ilusión que cuando había que contar tus andanzas, querellas o morriñas al otro lado del papel. Mensajes con la misma gracia o con las mismas lágrimas y la tinta corrida que antaño.
Sí, aquel olor a rancio. Cada época con lo suyo. Antes papel y boli, ahora un ordenador y una conexión.
Lo importante es que entonces y ahora nos comunicábamos. Antes había que esperar y cada carta que llegaba era un acontecimiento. Ahora, por mor de la cantidad, no es lo mismo. Pero como entonces se enviaban a personas especiales. Ahora recibir un twett o un correo electrónico de alguien especial hace la misma ilusión. Aunque no venga dentro de un sobre con bandas blancas, rojas y azules ni tenga papel. Papel fino y rugoso, ligero y firme.
pues sí Vanda. Imgaino que así fuimos migrando de un sistema a otro. Incluso ahora hay gente que sigue responder a los emails.
David, lo mismo digo. El papel escrito era bonito. Pero en estos tiempos en que no tenemos tiempo. Escribir, el sobre, cerrarlo, el sello, echarla al buzón….
Carlos, el sino de los tiempos, supongo.
Bueno, pues voy a ser el tercero consecutivo: mis dos hermanas que vivien en Boston y en California ya no me envían cartas, y mis sobrinos no han llegado a hacerlo nunca. Cuando aprendieron a escribir ya existía el correo electrónico.
Es gracioso Charly…ayer mismo limpiando mi cuarto aparecieron cartas de cuando me escribía hace varios años con gente, hasta que nos volvimos vagos y tiramos de Email. Recuerdo que me encantaba recibir cartas escritas…Mi tía Lola es la única que para navidad nos manda desde EEUU postales y cartas…
Hay veces que la tecnología mata las cosas bonitas..
¡Qué tiempos, Charly!
Y no hace tanto. Mi hermana vive en Alabama con su marido y sus chavales, Wiliam y Peter, y hasta hace nada el correo yanki llegaba de forma idéntica… ¡Bien señalado, como mandan los cánones!
Un abrazote y gracias por estos jirones de memoria
Jose
[...] This post was mentioned on Twitter by María José and Fatima Martinez, carlos barazal. carlos barazal said: en el blog 'Papel de carta' http://bit.ly/a9Qj6u [...]
Un 10.
Y las peores, las que esperas una respuesta cada día, respuesta que nunca llega. Y pasan los meses y sigues sin respuesta… hasta que te das cuenta de que nunca se dignarán a volver a escribirte una miserable frase.
Que puerca manía tiene la gente de no responder la correspondencia.