Ha muerto ‘Jocky’ Wilson.
Cuando jugábamos a los dardos teníamos un héroe. ‘Jocky’ Wilson. Seguramente a nadie le dice nada ese mítico nombre.
Pero como los vicios no vienen solos, si digo que era lo que al billar el ‘Gordo de Minnesota’ quizá la cosa se aclara algo más. Si, como es natural, seguimos en bavia, vamos a ayudar a conocer un poco más a este tipo.
Nacio en Kirkcaldy, Escocia. Tierra de golf y golfistas en la que no faltan pubs donde Jocky demostró desde muy pronto una gran habilidad con los dardos. Nacido en la posguerra durísima que castigó a las Islas, sus padres tuvieron que enviarle a un orfanato al no poderle mantener. Acabó en las minas de Seafield y con 19 años se casó con una chica argentina, Malvina. Sí, su nombre es por las islas.
Los dardos le sacaban del tedio de la dura vida pero también le acercaron a la bebida. Pensaba que era un buen dardista hasta que un día le ‘desplumaron’. En cuanto pudo compró una diana y empezó a practicar horas y horas en casa. Las cosas no habían mejorado, le salía un trabajo esporádico en una procesadora de pescado, y se encontraba sin trabajo cuando decidió presentarse a un campeonato local. Corría el año 79 y lo ganó. Se embolsó 500 libras y, lo que es más importante, restaño su herido orgullo.
PROFESIONAL
No está claro si quiso vivir de los dardos o fue algo inevitable. El premio le privaba de seguir cobrando el subsidio y así fue. Ese año de 1979 acabó como 8º jugador del ranking.
Su estallido como jugador coincidió con la gran popularidad que tenían los dardos, con audiencias millonarias en televisión. Por entonces el rey era Eric Bristow. Jocky ganaba opens y multitud de torneos menores. Pero a más se alargaba cada jornada su rendimiento descendía. Son épicas sus borracheras que le llevaron a perder torneos importantes. Tanto que su representante le prohibió beber durante los mismos.
En 1982 ganó su primer mundial ante Bristow y una audiencia millonaria. Pero ese año agredió a un árbitro en plena guerra de las Malvinas. Alegó que estaba tenso porque era la tierra de su señora esposa. Desde ese momento, el mejor piropo para un escocés, fue conocido por Braveheart. Ayudó sin duda una declaración suya en la que decía que no bebía agua inglesa jamás. A partir de ahí su presencia al mayor nivel fue extraordinaria. Semifinales los dos años siguientes y cuartos de final en 1985, 86 y 88. Pero a pesar de la vigilancia de su mánager perdió alguna semifinal, 1984, de manera lastimosa casi sin poderse sostener. De hecho cuando su rival regresaba de recoger los dardos para estrecharle la mano, Wilson estaba en el suelo del pub durmiendo la mona ya.
MARZO DE 1987
Todos los grandes genios del deporte tienen su día de perfección. El de Wilson fue una tarde de marzo de 1987. Ese día cumplió con los 1001 puntos para cerrar su partida con sólo 24 dardos. Consiguió 600 puntos con los primeros 12 y en total promedió 41,7 puntos por dardo.
Su canto de cisne llegaría en 1989 ganado su 2º mundial.
La imagen, el buen rollito y lo politicamente correcto llegó al mundo de los dardos, dada su difusión televisiva. Se prohibió beber a los jugadores en los torneos. Wilson protestó e intentó montar una liga de dardos rebelde a principio de los 90 y fue secundado por varios rivales. Pero éstos recibieron multas y sanciones y ello acabó con su carrera.
Los juicios, su alta tensión, obesidad y diabetes le llevaron a recluirse en un apartamento de su pueblo natal que casi no abandonaría jamás hasta el pasado día 24, fecha en la que falleció.
Es su honor se juega desde 2009 la Jocky Wilson Cup que enfrenta al equipo de Escocia frente al de Inglaterra. No es mal legado para alguien al que se le rebautizó con el sobrenombre de Braveheart.
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