JAKE LAMOTTA (1922-2017)

Una foto que muestra su estilo. Agachado, siempre hacia adelante.

EL TORO DEL BRONX

Pocos boxeadores han sido tan blanqueados con Jake Lamotta. Asesino, maltratador, tramposo. Es difícil saber si pasó al estrellato por la película ‘Toro Salvaje’ y la gran interpretación de Robert De Niro, o por derrotar a Sugar Ray Leonard.


Era un boxeador mediocre. Con una técnica correcta. Lo que le hizo más conocido fue su estilo. Al ataque siempre. Agachado y sin retroceder. Y con una capacidad de encaje jamás vista.

Pero estamos ante un tipo al que en el colegio le pegaban. Y mucho. Le pegaban para robarle el bocadillo o por pura diversión en el duro Bronx de los años 20 y 30. El ‘mobbing’ de hoy en día un juego de niños, despreciables en cualquier caso, para lo de entonces. La situación cogió tales tintes dramáticos, que su padre le dio un pica hielos para que se defendiera. De aquellas palizas que recibía, el alfeñique que era, aprendió a desconectar de los golpes. A no sentirlos.

Con el pica hielos en la mano dejó de tener problemas. Pero los empezó a generar él. Pasó de ser un raterillo de poca monta a un asesino. En esa época aparece una característica de su carácter, la furia. Un descontrol en su vida que le llevó, tanto en uno de sus atracos a matar al librero Henry Gordon a golpes con una barra de hierro, como a desfigurar a una de sus esposas o a machacar a sus rivales en el ring.

GIMNASIO

Fue detenido y entró en un correccional. Tras dos años de internamiento volvió al barrio y empezó a boxear en el gimnasio de Mike Capriano. Años de peleas callejeras le habían dado cierta habilidad. Tras ganar 14 combates y empatar otro en sus primeras peleas, quedó claro que el boxeo era lo suyo. Su estilo había encandilado a muchos. Una mole pequeña pero terrorífica. Siempre hacia adelante. A muchos de sus rivales les infundía verdadero terror. Su peso oscilaba entre el medio y el semipesado, algo que en algún momento le creó problemas.

Su primera oportunidad de hacerse más conocido se produjo en su pelea número 34. Sugar Ray Robinson, considerado el mejor boxeador libra por libra de siempre, subió al peso medio. Él era un welter y nadie quería enfrentarse a él. La solución, pasar a la categoría superior. Y su debut fue contra Lamotta.

Ray es derribado por 1ª vez en su carrera. El culpable, Lamotta.

AL SUELO

El primer asalto fue un vendaval desatado de Jake. Aquel 2 de octubre Lamotta entró en la historia del boxeo. Fue el primer púgil que tumbó a Leonard en aquel primer asalto. Sugar ganaría aquella primera pelea entre ellos, ganando 7 de los 10 asaltos.

El segundo enfrentamiento puso a Lamotta un poco más en la historia. Venció a Sugar en una apretada decisión de los jueces. Más importante aún. En el octavo asalto le derribó. La foto del invencible Ray Sugar Leonard sentado fuera del ring con las piernas en la tercera cuerda dio la vuelta al mundo. Sólo la campana salvó al invicto del KO.

Eran otros tiempos. 3 semanas después se volvieron a enfrentar, no sin antes Ray disputar otro combate una semana antes. Ray ganó y se alistó en el ejército.

MAFIA

Tras aquella victoria la Mafia hizo acto de aparición. Dos matones se presentaron a Jake que los despachó con una paliza. Desde ese momento su carrera sufrió un parón. Ningún promotor le contrataba y nadie quería pelear con él. A la vez cogió peso y se abandonó un poco. Encontraba rivales de poca monta yendo a pelear a Pittsburgh y otras ciudades fuera de New York o Detroit. Hasta que su hermano le convenció. Tendría que plegarse a las exigencias de la Mafia o no podría pelear por el cinturón de campeón. El precio que tuvo que pagar fue amañar una pelea. Las crónicas, los rumores tras el pesaje, el propio árbitro. Aquella pelea contra Billy Fox tuvo un tufo nauseabundo. Lamotta casi destrozó a Fox en el primer asalto para dejarse golpear en los siguientes y perder por KO técnico en el 4. Aquello le costó el favor del público. Favor que había conseguido con su estilo. Y ahí empezó la cuesta abajo. Tras perder con Dauthuille y recibir los favores de los jueces, o quizá algo más frente a Villemain, que le dio una severa lección y paliza, se le dio la opción de luchar por el título de los medios. No lo merecía, era el número 10 del ranking, pero el combate llegó previo pago de 20.000 dólares a la Mafia.

Con Joe Louis, ‘El bombardero de Detroit’ recibiendo el cinturón de campeón.

CAMPEÓN

A Marcel Cerdan le propinó una paliza brutal. Ganando por KO técnico en el décimo asalto y haciéndose con el cinturón de campeón que ostentaba el francés. Nunca hubo revancha porque Cerdan perdió la vida en las Azores cuando se estrelló el avión que le llevaba a New York.

Jake se abandonó del todo. El cinturón de campeón le influyó para mal. Como si hubiera llegado a la cima y no hubiera más. Derrochó, engordó y se dio a la buena vida. Su defensa frente a Tiberio Mitri fue patética. Ganó a los puntos a un más que mediocre púgil pero recibió abucheos. Su primer canto del cisne fue la defensa ante Dauthuille. Llegados al decimoquinto y último asalto, el francés le iba ganando de manera clara y contundente, además de haberle propinado un severo castigo. Pero Lamotta le tendió una celada al francés. Le hizo ver que estaba ‘groggy’. Tardó en levantarse del taburete. Se hizo poco menos que el muerto y encajó golpes tremendos. El francés se cebó y tiró sus últimos gramos de fuerza para derribar a Jake. En mitad del asalto Lamotta cazó al francés. Después le acoso y golpeó sin parar hasta que le noqueó. Estaba perdido pero encontró la manera de ganarle. El cinturón seguía siendo suyo.

Sus peleas con Ray Sugar Robinson fueron durísimas para ambos.

EL FINAL

Cinco meses después de vida turbulenta, maltrato a su esposa y escándalos nocturnos, se enfrentó por última vez a Sugar Ray Leonard. Fue su sexta pelea y última entre ellos. El 14 de febrero de 1951 en Chicago, Ray se proclamó campeón de los medios al arrebatarle el cinturón a Lamotta. Jake tuvo que pasar por la sauna repetidas veces antes del combate para perder hasta 3 kilos. Una burrada. De no haberlo conseguido habría perdido el título en el pesaje. El detalle no pasó inadvertido para Sugar que se movió mucho más de lo habitual. Eso y el esfuerzo para bajar de peso, hicieron mella en el campeón.

En su quinto enfrentamiento, seis años antes, la decisión fue dividida y el consenso general se inclinaba a que el vencedor debía haber sido Lamotta. Leonard dijo que aquella pelea fue la más dura y difícil que había disputado.

Sabiendo que en una pelea a 15 asaltos no podría aguantar. Lamotta salió a por todas desde la campana. Ray golpeaba siempre al cuerpo del campeón y salía. Todo iba bien para Leonard hasta que el sexto encajó un gancho terrorífico seguido de dos directos demoledores. En su rincón tuvieron que trabajar a destajo en las brechas abiertas.

En el undécimo asalto, Lamotta tiró sus últimos golpes. Arrinconó a Ray y le propinó una soberana paliza. Pero no le tiró. Ahí acabó la pelea para Lamotta y empezó el infierno. Castigado por los golpes al cuerpo de todos los asaltos, mermado por el esfuerzo en la sauna, y agotado de tirar golpes, sólo se tenía en pie por orgullo.

El siguiente asalto fue un verdadero muestrario de todos los golpes que se pueden dar en un combate. Ray quería lo que nadie habría conseguido sobre Lamotta. Un claro KO. Nadie le había hecho besar la lona antes en 95 peleas.

En el trece, la sangre de Lamotta salpicaba a los espectadores y teñía la lona de rojo, mientras encajaba un golpe tras otro. Llegó el golpe que debería haber sido el definitivo. Tras varias series, casi incapaz de levantar los brazos, Ray le asestó un directo explosivo. Jake ni se inmutó. Como en el colegio o en su barrio, asimilaba los golpes sin sentirlos. Los jueces pararon la pelea. El título, el cinturón, volaba de su cintura. Su orgullo, no.

Tal así que casi sin poder andar, no permitió que le ayudaran a bajar del ring tras estar 20 minutos en el taburete en otro mundo. En el vestuario atendió a la prensa a pesar de tener que pedir tiempo para coger aire. Cuando se quedó solo cogió el oxígeno. Pasarían más de dos horas hasta que salió camino del hospital. Aquel combate le subió al Olimpo, es conocido como La Masacre de San Valentín, y a la vez hizo que el público se olvidara de él.

Aquello marcó su fin. Peleó en 10 ocasiones más. Pero nunca por un título. Su mujer le abandonó harta de sus palizas y su alcoholismo. Denunció a parte de la Mafia que le marcó su carrera reconociendo el amaño en la pelea con Billy Fox, protegido por otra parte de la misma. Parte que le permitió vivir muy bien regentando prostíbulos. Su apetito por las mujeres jóvenes, sus sucesivas esposas iban siempre siendo más jóvenes que la anterior, le llevó a contratar a una menor. Para intentar redimirse empezó a actuar de comediante, lo que ahora se llama monologuista. Eso y cierta campaña destinada a guardar bajo la alfombra sus excesos y delitos, le llevaron a tener una segunda parte de su vida más tranquila que su turbulenta primera mitad.

Sin duda que la película ‘Toro Salvaje’ ayudó a que su figura como boxeador se engrandeciera y blanqueara. Pero en ella se muestra al verdadero Giacobbe Lamotta. Un celoso, agresivo y maltratador. Un verdadero hijo de puta. Pero como boxeador, si mediocre, orgulloso como ninguno. Con las palizas que recibió, aguantó hasta los 95 años. También se resistió a que le tumbar a la parca. Descanse en paz Lamotta.

Así acabó su último combate con Ray. Perdiendo todo menos el orgullo. No cayó.

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One Response to “JAKE LAMOTTA (1922-2017)”

  1. Cao Wen Toh dice:

    Grandísima crónica, Charly. Raging Bull es, además, mi película preferida. Gracias.