Por eso Casillas, además de por ser el Capitán, merece que personalice sobre él la gran victoria que hemos conseguido frente a una Alemania a la que hemos anulado casi completamente.
Ese detalle de llegar al palco y no tener esa ansiedad por levantar la copa. De marcar los tiempos. De saborear los momentos. Y luego estallar con la copa al cielo. Dice muy mucho de la talla del mejor portero del mundo sin la menor discusión. Pero no desde hoy. Hace mucho tiempo que no hay portero como él.
Sólo un detalle. Tras ganar a los rusos, Iker pidió a sus compañeros que saludaran a la afición rusa. Algún compañero se negó, pero la mayoría se fue a saludar respetuosamente a la afición rival. Ese es el ascendente, esa es la capitanía y esa es la tranquilidad que le da a uno una cabeza fría como pocas.
Felicidades Iker. Y como Capitán, transmítesela a tus compañeros.
P. D. Niki, hija, ya has visto un campeonato de España. Tanto como papi.