RALLYE MIL LAGOS

Llega al WRC una de las citas que nunca deberían faltar. El Rallye de los Mil Lagos. Uno de los desafíos a los pilotos de rallyes más exigentes del calendario. Y que conformaba, junto a Montecarlo, el Safari, Córcega y el RAC, el Grand Slam de los rallyes. El trofeo virtual pero sagrado que muy poquitos consiguieron reunir.

Tal y como están las cosas en el mundo del automovilismo, con su Presidente más preocupado de sus puteríos y las consecuencias que le han traído, que de otra cosa, no es de extrañar que esta prueba coincida con una del IRC y con la F1. Después de dos meses de descanso no parecía muy difícil haber colocado el rallye el fin de semana anterior o posterior. Las incongruencias de la FIA. Otra cosa es lo de las rotaciones. Sobre las que volveríamos a echar pestes pero que nos vamos a ahorrar para no aburrir al lector.

TRAMOS DE INFARTO

Tramos con rasantes imposibles, con árboles marcando sus límites, en algún caso con una pequeña acequia, largas curvas que exigen una precisión milimétrica y zonas ciegas que demandan la más absoluta confianza en las notas.

Si a todo eso unimos una afición entendida, un tiempo variable y las velocidades más altas, entenderemos fácilmente el por qué del favoritismo de todos hacia ésta prueba increíble.

La base sigue estando en Jyvaskyla, de lo poco que no ha cambiado, en una prueba que, por mor de los patrocinios, abandonó su mítico nombre de los Mil Lagos -Mil Saltos decíamos hace 20 años- por el simple Rallye de Finlandia.

La primera edición como Mil Lagos fue en 1954 aunque el embrión del rallye ya nació en 1951. Sería casi con los 60, en 1959, cuando comenzó a puntuar para el Europeo y estuvo presente en el Mundial de Constructores desde 1973.

De nuevo por decisiones difíciles de entender, no puntuó para éste campeonato en 1980 y sí que mantuvo su validez para el Europeo de rallyes.

DINASTIAS

Es un rallye reservado a los nórdicos ya que de 44 victorias sólo 2 ó 3, dependiendo de como consideremos a Markko Martin, han sido de pilotos no nórdicos. Carlos Sainz tuvo el honor de romper esa tradición en 1990. Con una victoria increíble que debió haber repetido si un bastardo malnacido no le hubiera robado las notas cuando aterrizó en Barajas. Tan vital es la experiencia en éste rallye que ganarlo supone una serie de años previos de aprendizaje. Dos años después Didier Auriol entraría en el Olimpo finés también.

Es una prueba de dinastías. Hannu Mikkola y Marcus Gronholm lograron vencer en 7 ocasiones por 6 de Markku Alen y Tommi Makinen. Ya más lejos están Juha Kankkunen, Simo Lampinen y Timo Makinen con 2 y Ari Vatanen y Timo Salonen con 2. Sólo 7 de las victorias han sido de pilotos no campeones del Mundo. Ahí es nada.

Así que a partir de esta tarde estaremos pendientes de lo que dé de sí esta prueba asombrosa que habrá que volver a ver desde la cuneta alguna vez.

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