Es imposible que los impresentables que maldirigen al Real Madrid sigan un sólo segundo más.
Después de los ridículos de los fichajes, otro ‘cacho’ carne por una millonada y otra millonada por un jugador nuestro a principio de temporada, llega el escándalo mayúsculo de la inscripción para la Copa de Europa.
Es urgente, vital y obligado que desde el pasante hasta el inepto desgraciado, que ha llevado el club a las cotas más viles y ridículas de su dorada historia, que se sienta en el sillón presidencial, protegido por esa lacra de nazis malnacidos que son los ultra-sur, dimitan de manera fulminante y desaparezcan para siempre.
No lo hacen, ni lo van a hacer, porque en su desahogo les da igual ocho que ochenta. Es un sino de los tiempos y de éste país de hideputas bastardos.
Un día tiene que pasar algo gordo de una vez, es imperativo. Y a los que no les cantan las verdades del barquero un día tras otro, también.
Ni Navidad ni mierdas. No tienen perdón ni unos, ni otros.
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