BANDERA ROJA (ENTRENAMIENTOS LIBRES JEREZ 2004)

Andalucía nos recibía con agua, viento y, dependiendo de cada uno, frío. Diluvio camino de Jerez y más agua a primera hora camino del circuito.

Es de noche aún, pero está a punto de empezar a clarear. El paddock está iluminado y aparece como un oasis de luz en medio de la oscuridad.

Las negras nubes cargadas de agua no nos auguran una jornada fácil, y nuestras primeras labores se ven bastante humedecidas por el nimbus que decían los griegos.

Pero el viento, muy fuerte, nos trae y se lleva con la misma velocidad a las negras amenazas e incluso nos regala ratos de sol.

La pista no termina de secarse en toda la mañana. Vemos a Gené henchido en su nuevo Ferrari, a Ralf feliz con sus nuevos mecánicos, a BAR y su ‘jinete negro’, a Heidfeld a tope con el Williams-BMW y a Webber probando todo tipo de morros, a Doornbos luchando por mantener en la pista a su Jordan, Ford aún, algo que no conseguía fácilmente, a Fisichella en la tierra a final de recta, a Wurz haciendo malabarismos para entrar en su Mclaren, a De la Rosa concentradísimo, a Liuzzi y Klien luchando por un asiento y a Villeneuve que no se baja del Sauber. Las condiciones húmedas propician varias banderas rojas por la mañana, alguna más de los normal. Cierra la tanda antes de comer con un trompo, Ralf.

El sol se mantiene al mediodía, la pista está a tope por la tarde y seca pero traicionera con parches húmedos. Villeneuve se encarama a lo más alto con Heidfeld y Liuzzi detrás. Los tiempos de la mañana no valen. Todo el mundo vuelve a pista, pero en el intervalo de 3 horas no menos de 6 banderas rojas cortan el ritmo de los equipos. Pizzonia, Gené que sufre su primer incidente con el Ferrari, Doornbos otra vez, Sato con el monoplaza roto, Montagny en la arena como Gené.

Las asistencias, y en especial la grúa del circuito, trabajan a destajo para dejar la pista libre cuanto antes. Con 15 minutos para terminar el día se produce el último incidente y el más grave, mecánicamente hablando. Christian Klien se sale al final de recta y se empotra contra los neumáticos. Había 9 coches en pista que vieron por última vez en la jornada el omnipresente trapo rojo. En tierra de ganaderías, tanta muleta al viento ha sido una temeridad. 

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