CARISMA
Dos pilotos iluminaron los difíciles tramos franceses del Monte, por mor de la nieve y el hielo, y trajeron, valga la paradoja, aire fresco al Mundial.
Dos pilotos iluminaron los difíciles tramos franceses del Monte, por mor de la nieve y el hielo, y trajeron, valga la paradoja, aire fresco al Mundial.
Teníamos al WRC dormitando. Más allá de las puntuales luchas entre Ogier y en Latvala, en el todopoderoso Polo, y los destellos de Meeke. No había mucho más. Hirvonen batiéndose en retirada, Ostberg que coge su relevo pero sin parecer que tenga algo más, Evans que creo que tampoco va a dar mucho más de sí y la incógnita de Tanak. Unido a esto lo que pueda dar de sí el Hyundai y el rendimiento de Neuville, un punto decepcionante hasta ahora, y Sordo que danmás de arena que de cal. Y Kubica.
UNA MANO
De las habilidades de Kubica al volante no hay mucho más que decir. Cualquiera que haya visto vídeos de sus test previos seguramente acabó con los pelos de punta. Sí, sigue siendo propenso, mucho, a los accidentes/incidentes. Pero su paso por los tramos no deja indiferente a nadie. Gracias al super rallye, buena idea pero mal ejecutada, se pudo disfrutar, y también -todo hay que decirlo- temer, del ritmo del piloto polaco y su Ford calzado con Pirelli. Tiempos por momentos demoledores, no sólo con sus compañeros de marca, con Michelin eso sí, si no con el resto de sus rivales. Y un denominador común en cada metro de cuneta. La anticipación, el deseo y la adrenalina disparados cuando sonaba el coche del polaco. Y todo esto pilotando con ¡una mano!
Porque Robert Kubica pilota con una mano. La derecha es un recuerdo de aquel terrible accidente sufrido en carreteras italianas. Un recuerdo difuso, cercenado. Su brazo derecho prácticamente no tiene vida. Aún así el polaco no se amilana y pone un ritmo fortísimo que deleíta. Y asusta. No son pocas las voces que se alzan, siquiera un poco achicando, ante la propensión a irse fuera de pista. Sí, un accidente por día. Pero no es menos cierto que Robert está haciendo por el mundial más que muchos otros juntos.
CANIBAL
Salía muy atrás los 8 primeros tramos. Cosas de no estar en activo. Había expectación por ver qué podía hacer Loeb tras haberse pasado al mundial de turismos. Los parciales mostraban, y recordemos que los pilotos ya no tienen esa información, una ventaja apreciable para Loeb sobre el resto. Pero en meta y tras los últimos kilómetros, Sebastian ‘El Canibal’ Loeb, se colocaba líder con un tiempazo de escándalo. Por las cunetas del tramo de Entrevaux se fue excediendo la magnitud del tiempo del ídolo. El clamor inundó la zona. Había rallye. ¡Y vaya rallye!
A CORRER
Probablemente Ogier esperaba un rallye más tranquilo. Lo que tuvo que hacer el campeón los siguientes 7 tramos no me extrañaría, y sería una pena, lo más duro y difícil a lo que se ha enfrentado y se va a enfrentar en toda la temporada. Ojalá no porque sería muy mala señal para el campeonato.
Ogier pudo seguir haciendo su rallye y acabar delante de sus rivales. Loeb no va a hacer el mundial por lo que quedar detrás de él no era mala jugada de cara al mundial. Pero hay una cosa que no se puede evitar. El orgullo, su prurito como piloto. Quizá en cualquier otra prueba no habría ido con todo. Pero en el Monte no tuvo, o no quiso, dar opción a su máximo rival.
Para ello Sebastian, Ogier, tuvo que tirar de todo el arsenal disponible aparte de su, más o menos, superior máquina. Lamiendo cada cuneta lo justo para ensuciar, de nieve, barro y piedras, el tramo pero sin ir más allá ante el riesgo de pinchazo. Así Ogier, además de las montas de neumáticos, sus manos y esa ventaja de abrir pista, fue recortando. No sería hasta el penúltimo tramo de la primera etapa, y penúltimo de la segunda jornada, cuando conseguía ponerse primero. En el siguiente tramo un toque de Loeb le hacía despertarse de la pesadilla. Pesadilla que se convertía en un placentero sueño. Su ritmo le había dado tal ventaja sobre el resto que no tuvo que apretar lo más mínimo el resto del rallye. Y a pesar de eso, con las difíciles condiciones, sufrió algún susto.
Ganó, sí. Fue el líder el resto del rallye más o menos plácidamente. Pero no pudo superar, porque eso no se gana en un día ni en dos, el favoritismo en las cunetas hacia su rival Loeb. Carisma lo llaman.
EL RESTO
Poco se puede decir del resto. Latvala minimizando daños quedando en 2ª posición, Mikkelsen completando el triplete para Volkswagen y los últimos tramos que se iluminaron con la lucha entre los Hyundai. Ostberg parecía que podía sufrir la amenaza de Sordo en los últimos tramos, pero un mal tiempo del español en el Turini, no sólo le impidió luchar por la cuarta plaza, y primero del resto, si no que le hizo caer en las garras de su compañero Neuville.
Un gran Monte que pareció más de lo que realmente fue. Una primera mitad antológica y una segunda más oscura. Eso sí, iluminada con el carisma de dos pilotos que traspasan su propia habilidad como pilotos y calan en la cuneta como nadie.Dos pilotos iluminaron los difíciles tramos franceses del Monte, por mor de la nieve y el hielo, y trajeron, valga la paradoja, aire fresco al Mundial.
Teníamos al WRC dormitando. Más allá de las puntuales luchas entre Ogier y en Latvala, en el todopoderoso Polo, y los destellos de Meeke. No había mucho más. Hirvonen batiéndose en retirada, Ostberg que coge su relevo pero sin parecer que tenga algo más, Evans que creo que tampoco va a dar mucho más de sí y la incógnita de Tanak. Unido a esto lo que pueda dar de sí el Hyundai y el rendimiento de Neuville, un punto decepcionante hasta ahora, y Sordo que dan más de arena que de cal. Y Kubica.
UNA MANO
De las habilidades de Kubica al volante no hay mucho más que decir. Cualquiera que haya visto vídeos de sus test previos seguramente acabó con los pelos de punta. Sí, sigue siendo propenso, mucho, a los accidentes/incidentes. Pero su paso por los tramos no deja indiferente a nadie. Gracias al super rallye, buena idea pero mal ejecutada, se pudo disfrutar, y también -todo hay que decirlo- temer, del ritmo del piloto polaco y su Ford calzado con Pirelli. Tiempos por momentos demoledores, no sólo con sus compañeros de marca, con Michelin eso sí, si no con el resto de sus rivales. Y un denominador común en cada metro de cuneta. La anticipación, el deseo y la adrenalina disparados cuando sonaba el coche del polaco. Y todo esto pilotando con ¡una mano!
Porque Robert Kubica pilota con una mano. La derecha es un recuerdo de aquel terrible accidente sufrido en carreteras italianas. Un recuerdo difuso, cercenado. Su brazo derecho prácticamente no tiene vida. Aún así el polaco no se amilana y pone un ritmo fortísimo que deleíta. Y asusta. No son pocas las voces que se alzan, siquiera un poco achicando, ante la propensión a irse fuera de pista. Sí, un accidente por día. Pero no es menos cierto que Robert está haciendo por el mundial más que muchos otros juntos.
CANIBAL
Salía muy atrás los 8 primeros tramos. Cosas de no estar en activo. Había expectación por ver qué podía hacer Loeb tras haberse pasado al mundial de turismos. Los parciales mostraban en el primer tramo, y recordemos que los pilotos ya no tienen esa información, una ventaja apreciable para Loeb sobre el resto. Pero en meta y tras los últimos kilómetros, Sebastian ‘El Canibal’ Loeb, se colocaba líder con un tiempazo de escándalo. Por las cunetas del tramo de Entrevaux se fue extendiendo la magnitud del tiempo del ídolo. El clamor inundó la zona. Había rallye. ¡Y vaya rallye!
A CORRER
Probablemente Ogier esperaba un rallye más tranquilo. Lo que tuvo que hacer el campeón los siguientes 7 tramos no me extrañaría, y sería una pena, que sea lo más duro y difícil a lo que se ha enfrentado y se va a enfrentar en toda la temporada. Ojalá no porque sería muy mala señal para el campeonato.
Ogier pudo seguir haciendo su rallye y acabar delante de sus rivales. Loeb no va a hacer el mundial por lo que quedar detrás de él no era mala jugada de cara al mundial. Pero hay una cosa que no se puede evitar. El orgullo, su prurito como piloto. Quizá en cualquier otra prueba no habría ido con todo. Pero en el Monte no tuvo, o no quiso, dar opción a su máximo rival.
Para ello Sebastian, Ogier, tuvo que tirar de todo el arsenal disponible aparte de su, más o menos, superior máquina. Lamiendo cada cuneta lo justo para ensuciar, de nieve, barro y piedras, el tramo pero sin ir más allá ante el riesgo de pinchazo. Así Ogier, además de las montas de neumáticos, sus manos y esa ventaja de abrir pista, fue recortando. No sería hasta el penúltimo tramo de la primera etapa, y penúltimo de la segunda jornada, cuando conseguía ponerse primero. En el siguiente tramo, el octavo, un toque de Loeb le hacía despertarse de la pesadilla. Pesadilla que se convertía en un placentero sueño. Su ritmo le había dado tal ventaja sobre el resto que no tuvo que apretar lo más mínimo el resto del rallye. Y a pesar de eso, con las difíciles condiciones, sufrió algún susto.
Ganó, sí. Fue el líder el resto del rallye más o menos plácidamente, sí. Pero no pudo superar, porque eso no se gana en un día ni en dos, el favoritismo en las cunetas hacia su rival Loeb. Carisma lo llaman.
EL RESTO
Poco se puede decir del resto. Latvala minimizando daños quedando en 2ª posición, Mikkelsen completando el triplete para Volkswagen y los últimos tramos que se iluminaron con la lucha entre los Hyundai. Ostberg parecía que podía sufrir la amenaza de Sordo en los últimos tramos, pero un mal tiempo del español en el Turini, no sólo le impidió luchar por la cuarta plaza, y primero del resto, si no que le hizo caer en las garras de su compañero Neuville.
Un gran Monte que pareció más de lo que realmente fue. Una primera mitad antológica y una segunda más oscura. Eso sí, iluminada con el carisma de dos pilotos que traspasan su propia habilidad como pilotos y calan en la cuneta como nadie.
A mi me ha decepcionado sobremanera la actuación de Sordo. Ya parece que lo ha dado todo y empieza la cuesta abajo. Y eso que las declaraciones que hizo en charla con periodistas me parecieron un documento fenomenal, y de alguien con el coco muy bien amueblado y diciendo verdades como puños, no los tipicos comentarios que dicen los pilotos el 99% del tiempo. Pero una cosa no quita a la otra y despues de dos dias en tierra de nadie y sin ritmo, la perdida de una plaza en el ultimo tramo ante su compañero y que practicamente en ningun momento parecía que podía hacer algo interesante, un bluf en toda regla. Me da pena, pero yo ya no le veo para estar en el mundial, aunque viendo lo que hay alrededor, a lo mejor hasta me equivoco, porque vaya erial, para que como indicas en el post, un jubilado de los rallyes y un medio manco sea la salsa en los tramos.