ALGO DISTINTO
No todos los días tienes a unos maestros de cocina a tu entera disposición. Eso ocurre en el Restaurante Brel.
Alguna vez habréis leído aquí algún post sobre este templo. Para mí lo es, por tanto, Templo Gastronómico ubicado en el Paseo Marítimo de El Campello (antes Campello a secas).
Siguiendo, y mejorando, la tradición que inaugurara su abuela, su madre y su tía, Gregory Rome ha cambiado la cara de unos de los restaurantes más conocidos, exitosos y de mayor calidad de Alicante. Y lo ha transformado en un lugar moderno, acogedor, con un servicio excepcional y con un cambio bastante grande en su carta. Todo ello con el visto bueno de Christian y Couqui, sus padres, valedores en estos años del mejor lugar de restauraciòn de la playa.
PIZZAS
Sus antecesores comenzaron con las pizzas. Una vez que sus padres se hicieron cargo, fueron ampliando la carta. Los platos más elaborados eran minoría, pero siempre con una calidad exquisita y el trato legendario de la casa. En los últimos años la tendencia fue cambiando. Los platos más elaborados fueron abriéndose camino en la carta y las creaciones de Gregory se refinaban aún más.
MESA CERO
Tras la remodelación muchas cosas han cambiado. No el trato, exquisito y cercano como siempre, sí la carta, aunque siguen las pizzas presentes (en menor número), sí la disposición, más luminoso, más amplitud, más cómodo en una palabra.
Una de las iniciativas que se han puesto en marcha es la Mesa Cero.
De entrada te sientas en una preciosa barra en la misma cocina. Con los fogones a menos de tres metros y con Gregory y sus chicos creando para ti entre ellos.
Con calma y tranquilidad pasan, y se da buena cuenta, de 12 platos a cual más curioso, exquisito, original o tradicional.
Es una experiencia sensitiva. Tanto porque ves como te preparan el plato delante de ti, como por su presentación o la mezcla de sabores. Jordy Rome está al quite con el maridaje, a elegir, y te sientes, más aún si cabe, más que arropado. Uno tras otro van pasando ante ti las creaciones de Gregory, explicadas con detalle. Te comes el menú, literalmente, y te vas acercando al final en el que aparece la pata que falta en este entramado.
POSTRE
Una de los mayores cambios que se fueron haciendo en los últimos en la carta, y más notables, fueron en los postres. La culpable es Pamela Flores. Con un aprendizaje con alguno de los mejores reposteros del mundo, sobre todo en lo que al manejo del chocolate se refiere, Pamela nos deleíta con sus creaciones. Son ya antológicos sus bombones de refinados sabores. Siempre con el toque justo entre el sabor de la negra atracción y el que se quiere rememorar.
En la Mesa Cero despliega, además, una creación asombrosa a la que asistimos, en su preparación, con los ojos cerrados. El impacto, en el que la vista y el oído son claves, de aquella te deja sin habla. Por muy lleno que llegues al postre, la presentación del mismo te abre un pequño hueco para disfrutarlo.
Restaurante Brel, algo distinto, cercano, familiar. Un regalo para los sentidos. Su Mesa Cero es algo a probar al menos una vez.
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