Ayer estuve viendo un resumen de las carreras disputadas durante el fin de semana en Montmeló. La verdad es que hoy podemos congratularnos de que tres pilotos estén perfectamente y no hayan sufrido ningún daño.
Christensen y Regalia en la Fórmula BMW sufrieron espeluznantes vuelcos que se saldaron con sus monoplazas para el desguace. Ellos no sufrieron el más mínimo daño.
Kovalainen sufrió un fuerte accidente del que, aunque magullado, no parece que vaya a tener consecuencias.
En Monza, en las LMS, Ortelli tuvo un pavoroso accidente del que salió con un tobillo roto.
Los que somos un poco veteranos recordamos los finales de los 70 y los 80, aunque en estos en menor medida afortunádamente, en los que cualquiera de los cuatro pilotos podría haber fallecido. Si no los 4.
En gran parte deben su vida a un señor que ha acaparado éxitos y fracasos, loas y críticas por igual. Max Mosley.
El atribulado Presidente de la FIA dejará, el día que le echen o que se vaya, como mayor legado su cruzada en pro de la seguridad, tanto en el deporte, como en la vida diaria.
No somos pocos los que pensamos que mientras Ecclestone ha hecho a la F1 más rica, Mosley la ha hecho más segura. Y por añadidura al resto de categorías.
Es gracias a él que no hemos vivido un fin de semana trágico. Aunque esto puede pasar en cualquier momento porque, aunque algunos lo hayan olvidado, cualquier piloto que se pone un casco se juega la vida.
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