Muchos se empeñan en insistir en que es un anacronismo, otros que no es seguro.
¿Puede ser un anacronismo que el hombre busque los límites de su máquina sobre un asfalto cambiante, bacheado, y apurando milímetro a milímetro la trazada rozando los guardarrailes?
¿Es un anacronismo el sonido retumbando entre los edificios?
¿Es un anacronismo una de las pruebas más antiguas y con más solera?
Un trazado que nos ha dejado maravillas del pilotaje para la historia, rivalidades maravillosas, Varzi-Nuvolari, o las que decidieron carreras. Pilotos que cayeron al puerto, Moss-Ginther. Su primer mister, Graham Hill, con 5 victorias. Su master, Senna con 6. Y los aprendices que no llegaron a superarlos: Schumacher con 5 y Prost con 4. Algunos como Patrese que no sabían que habían ganado. , Brabham-Rindt, Senna-Mansell, Prost-Senna, Alonso-Hamilton… Lugar de sorpresas, Beltoise, Panis. Y de tragedia también, Bandini. Donde nació la parrilla conformada con los tiempos de los entrenamientos o debutó Honda.
Quizás los que así tachen al circuito (anacrónico, inseguro) es porque nunca han estado en Mónaco. No han esperado en Massenet a que aparezca el monoplaza que viene rugiendo, subiendo las marchas por Beau Rivage. No han disfrutado del limite de adherencia más crítico en la plaza del Casino. De la frenada al límite en Mirabeau tras evitar un badén descomunal. O no han visto como la dirección es llevada al límite en Loews. O cómo el más mínimo error de trazada antes de Portier te lleva al muro. Seguramente no se ha dejado atronar en el túnel con las entrañas vibrando, seguramente más de lo que cualquier médico permitiría.
Tampoco han debido ver la frenada de la chicane llevada un metro más a allá de lo posible. O el paso vertiginoso por Tabac dentro de los guardarrailes. Por no hablar del homenaje a los rallies que supone la chicane Louis Chiron y la piscina. Y no ha disfrutado con la búsqueda del último centímetro cuadrado de fuerza intentando aplicar manejando el acelerador con dulzura en la Rascasse.
No, seguramente nunca han estado en Mónaco. O, lo que es peor, no les gusta la F1.
Afortunadamente, la visión de Anthony Noghes sigue viva y coleando con un trazado en esencia similar al que ideó un día paseando por lo que hoy es la joya de la corona de la Fórmula 1.
La grandeza de Mónaco es que ni uno solo de sus sitios es un trámite. Todos exigen el máximo al piloto y a la máquina. Por eso, entre otras cosas, es especial.
Señoras y señores, con ustedes el Gran Premio de Mónaco.
Apertura del GPCAST091
Acabo de twittear esto pero “Desde la Pelousse”. Eres un grande.