Ayer tuvimos la ocasión de sufrir, de disfrutar, de desesperarnos, de aplaudir a rabiar y de que se nos escaparan unas lágrimas. Tuvimos la ocasión de vivir. De vivir un tipo de evento que alcanza cotas de emoción sólo vistas en un deporte. El evento, la Solheim Cup. Y sí. El deporte es el golf.
He hablado con inmensa pasión alguna vez de la Ryder. Es inevitable. El golf en sí es emoción contenida que estalla a intervalos medios. Llegamos a la salida de un hoyo. Esperando el primer golpe las rutinas. La emoción sube. El jugador se pone ante la bola. Termina sus rutinas y golpea. La tensión alcanza un primer pico tras ver la reacción, el gesto el seguimiento con la mirada, tras el swing. Si no es la normal el miedo a que la bola no vaya a un buen sitio te hace forzar la atención sobre la misma. Siguiendo su vuelo ya sea en la tele o en vivo. Bota, rueda y entonces la tensión se mantiene para ir decreciendo a la misma velocidad que se va parando. Vuelta a empezar con el golpe rival. Un ratito de descanso y a por el siguiente golpe.
De nuevo lo mismo. La tensión para buscar el green. Para dejarla cerca o favorable. Y llega el green, el putt. Vemos el estudio de la caída. Incluso a lo mejor conocemos el campo y como cae esa bola. Si no un buen comentarista nos dará esa información. Y llega ese momento eterno e interminable que es un putt. Dónde la decepción o el estallido de alegría son las válvulas de escape de esa tensión.
EMPATE A 8
La última jornada de la Solheim tenía tintes épicos. Una especia de Misión Imposible para Europa. Pero a la vez flotaba el convencimiento de que se podía luchar por ganar. Con un día de perros por delante, hubo varias interrupciones, Europa se disponía a reventar los pronósticos.
Para empezar y tranquilizar la jornada dos buenas noticias. La primera el punto sin jugar conseguido por Karen Stupples frente a Cristie Kerr. La americana se lastimó su muñeca antes incluso de empezar el partido. Creo que habría sido más elegante repartir el punto. Faltó cintura.
El otro fue la rápida victoria de Catriona Matthew sobre Paula Creamer en el primer partido del día. Cristie Kerr lesionada
Eso puso un 10-8 en el marcador que estaría mucho tiempo en todo lo alto y que ayudó a inclinar la balanza del lado europeo casi toda la jornada.
TORMENTA ELÉCTRICA
Las cosas se iban manteniendo de manera precaria para Europa cuando hubo que parar por aviso de tormenta eléctrica. En ese momento el resutlado era de 11-10 y Azahara acababa de ganar el hoyo 12 para ponerse 1 arriba en un partido durísimo.
Pero al reanudarse el juego se juntaron las malas noticias para Europa. Los partidos en los que mandaban las del viejo continente tenían ventajas de 1 hoyo y en cualquier momento podían caer empatados o en la garras americanas.
Así fue. Laura Davies salvo el hoyo 17 pero en el 18 se dejó medio punto. Por su parte las americanas tenían sus partidos más encarrilados y los puntos empezaron a caer de su lado.
TRES PARA LA HISTORIA
Puede ser injusto centrar todo en los últimos tres partidos y olvidarse de Gustafson o Boeljon. Pero esos tres partidos lo condensan todo.
Primero el partido más bestial de la Solheim, quizá en su historia. La mejor en el cuerpo a cuerpo, Michelle Wie, por el lado americano. Enfrente la número 2 del mundo, la noruega Suzanne Pettersen, en el ricón europeo. En el hoyo 15 Pettersen perdía el hoyo y se quedaba uno abajo. Todo en contra para remontar a una Wie más que enchufada. En ese momento Azahara perdía el hoyo 14 y volvía al empate. Mientras Hedwall estaba dos abajo con dos por jugar. Azahara y Pettersen tenían que ganar porque no parecía que Hedwall pudiera sacar medio punto.
Pettersen metía un putt enorme en el 16 que la hacía empatar su partido con Wie. En el 17 se da la vuelta a la tortilla y es Wie la que mete un putt brutal. Empatadas hacia el 18.
Allí la garra de la noruega la hace arrancar el birdie y acaba con la resistencia de la hawaiana. A Pettersen le hicieron falta 3 birdies en los últimos hoyos para doblegar a la estadounidense. La tensión era insoportable. Sobre todo porque Hedwall ya había incendiado el campo al salvar medio punto al ganar sus dos últimos hoyos. Las europeas estaban jugando los últimos hoyos como verdaderos ángeles.
AQUEL EAGLE
Retamares vio el debut de Azahara Muñoz en el Circuito Europeo profesional en octubre del 2009. Llegó por invitación tras quedar segunda en la escuela clasificatoria del LPGA.
Azahara hizo una vuelta el último día impresionante. Firmó -9 después de un bogey en el hoyo 2. Siguió jugando sin más hasta los últimos hoyos dónde arrastró el buen juego que había realizado. Jugar un play-off con Nordquist a las primeras de cambio ya debería de haber colmado las expectativas de Azahara.
Pero en el primer hoyo del play-off, el 18 un par 5, con un hierro corto en la mano, creo que sería un 5 o un 6 por la distancia, la dejó en green a 6 metros. Sin pestañear metió el putt para ganar con un eagle. Impresionante.
‘POR FAVOR, SÉ BUENA’
El hoyo 17 de Killeen Castle es un par 3 con agua a la derecha. El viento pegaba de la derecha. Había que encomendarse a eolo o, como buena europea, jugar una bola baja para evitar al máximo el efecto del viento.
Optó por lo segundo. Como buena felina aguantó estoica el viento. La coleta se mecia sobre su espalda mientras calculaba y visualizaba el golpe sin moverse. Con la presa entre ceja y ceja. El swing perfecto, uno de los más bonitos del Tour, la bola baja y el grito de ‘Por favor, sé buena’. Y como el certero zarpazo de un felino, a pesar de ser una bola baja, ésta sacó sus uñas en el green para sujetarse y quedarse a menos de un metro. La americana se vio desbordada y su golpe se quedó a 8 metros. El putt no entró y Azahará consumó la victoria.
Su mérito fue no dejar que el partido se le escapara de las manos en los peores momentos. Ninguna de las dos golfistas tuvo más de un hoyo de ventaja. Azahara se dejó acariciar por la americana pero cuando dijo basta, sacó la zarpa y se acabó. Como en Retamares en el 2009.
Las imágenes de la celebración fueron especialmente emotivas. Las americanas lloraban desconsoladas mientras las mirábamos con el corazón encogido. Una victoria es más grande así lo sea tu rival. Y las americanas fueron enormes.
Pero lo que terminó de hacer estallar las lágrimas fue cuando sacaron la foto de Seve que había presidido el vestuario europeo. El espíritu de Severiano empujó a las europeas en esos últimos hoyos. Las ayudó a no rendirse nunca. Como un felino, que le repeles, te defiendes pero sigue y sigue y no suelta a su presa. Azahara, la felina malagueña.
Tags: azahara, Europa, felina, Golf, hedblom, killeen castle, petersen, Seve, solheim, USA, wie
Muy grande la crónica felicidades!
Muy buena Charlie, un “albatros” para tí.
Preciosa crónica.
Enhorabuena.