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MASTERS 2017

Lunes, Abril 10th, 2017
ENTRE EL DOLOR Y EL ÉXTASIS
Por fin Sergio García llegó dónde siempre había deseado y nunca había conseguido. Por fin alcanzó el extasis
tras tantas veces sufrir el dolor punzante de la derrota.
Sergio llegó a Augusta en 1999. Jugó como amateur el año de la última victoria española con Olazábal. Con la
protección de Seve Ballesteros y el propio Chema, fue testigo del tutelaje recibido por ambos y del apoyo
incalculable de Seve al de Hondarribia, clave en su victoria final.
Se empapó en aquella edición, en la que fue el mejor amateur del torneo, y, como si no lo tuviera claro ya,
quiso ganar allí. En Augusta. El mejor grande, discutible. El más exclusivo, sin duda. El más peculiar,
seguro. La atmósfera especial de Augusta y el hecho de que siempre se juegue en el mismo campo es, para
jugadores y público, un evento especial.
A pesar de los cambios que ha habido, estar en Augusta o verlo por la tele, te transporta a un lugar
conocido. Cada verde rincón es reconocible como cada una de las zonas de nuestras casas. Todos sabemos como
hay que jugar desde cada tee, cada calle, las caídas de los greenes.
Pero Augusta también es como un desván en la casa de la abuela. Siempre encuentras algo sorprendente.
ELIMINANDO RIVALES
Desde que se puso líder el viernes, Sergio se mantuvo siempre arriba. Jugó en el partido estelar el sábado
con Hoffmann, típico jugador que lo borda en Augusta y saca birdies con facilidad pasmosa, y le aguantó el
tirón. Dejándole atrás cuando el bajón, lo tuvo todos los días, llegó al estadounidense. Sergio jugaba
sólido. Y eso que el sábado los fantamas, que no se habían ido, revolotearon sobre su juego y tarjeta. Pero
los mantuvo a raya para salir el domingo en el último partido de nuevo.
Lo iba a hacer con Rose. Que estaba yendo de menos a más y que tuvo un gran sábado. El domingo a las 20:45 se
ponían en marcha ambos. Con -6, se hablaba más de ‘robot’ Spieth con -4 y de Fowler con -5 como favoritos. A
priori no se metía a nadie más en la lucha.
Sergio empezó magistral, -2 en 3 hoyos y en el 5 un bogey de Rose le daba 3 golpes de ventaja. Spieth y
Fowler forzando la máquina para mezclar bogeys y birdies, se descolgaban. En ese hoyo 5, con cierta
temeridad, se podía ya hablar de mano a mano. En ese momento Sergio bajó una marcha. Sumó 7 pares seguidos y
se le escapó alguna oportunidad de dejar más distanciado y sonado a Rose. Y el inglés entró en trance. Se
recuperó inmediatamente del bogey al 5 y encadenó 3 birdies sensacionales. Hoyo 9, empate a -8. Los rivales
más cercanos a 4 golpes. El mano a mano servido para los 9 hoyos más famosos del mundo del golf. Los 9 de
vuelta de Augusta.
FANTASMAS
Al empezar el hoyo 10, Sergio había dado alguna muestra preocupante. Iba salvando los hoyos más que teniendo
oportunidad de seguir restando golpes. Tanto fue el cántaro a la fuente, que se rompió. Se dice que el
Masters empieza el domingo en el hoyo 10. Y así fue.
De una gran salida Sergio pasó a una posición complicadísima. En Augusta, si coges calle y la dejas en los
sitios correctos para atacar los greenes, el juego es fluído y los birdies te esperan. Pero si tu juego
empieza a ser errático, ya es mucho más difícil poner la bola en los greenes donde se debe. Y el desastre te
espera sin miramientos.
Esa bola a la derecha en el 10 tenía su miga. Se pasó el green en el 3º y sumó su primer bogey en casi una
vuelta. Rose se ponía por delante. En el 11 sólo pudo sacar el par mientras Justin, en estado de gracia le
arrancaba un birdie. Dos golpes. 6 hoyos antes, Sergio estaba con 3 de ventaja. Vuelco. La tensión en cada
golpe era patente. Los gestos de los jugadores denotaban ese dolor interior que la tensión te provoca. Sólo
paliado en parte por su gran amistad. Se felicitaban tras cada buen golpe, cruzaban gestos de complicidad
ayudándose a superar el abismo de esos hoyos.
El 12 supuso una tregua. Mejor jugado por Rose en cualquier caso. Sergio seguía bloqueado. Los fantasmas se
le cruzaban en cada golpe. Y llegó el desastre.
En la salida del 13 se fue a la izquierda. Esta vez no hubo salvación posible y tuvo que dropar. Con mimo
buscó como pudo un buen tercer golpe. Rose podía sacar un eagle. El final del Masters y el triunfo de los
fantasmas se acercaba. Como antes Sergio, Rose levantó el pie. Sergio metía un putt para par que era un clavo
ardiendo para agarrarse y seguir sufriendo. Se había negado a perder. Ya sabía que si se rendía o dejaba
llevar, el dolor duraría un tiempo pero luego pasaría. Lo que esperaba, era un dolor continuo y lacerante
hasta que los fantasmas le remataran una vez más.
Rose salió del 13 tocado. Toda la seguridad que había mostrado en 8 hoyos se resquebrajó. No es que jugará
mal. No. Simplemente le costó encontrar continuidad.
Esa continuidad le impidió un buen approach al 14. Justo al contrario que Sergio. El par salvado en el 13 le
dio gas. Su segundo golpe maravilloso. Y el putt para birdie demoledor. Estaba de vuelta. Sacó el puño. Gritó
el ‘vamos’ y se encaró con los fantasmas que recularon.
En el 15 reventaron sus drives. De nuevo la tensión del appproach. El de Rose no fue del todo bueno. El de
Sergio fue superior. Tanto, que botó a un metro de bandera y golpeó el palo de ésta.
Rose pateo con más de 15 metros por delante. Fue un gran putt, pero no entró aunque fue suficiente para sacar
el birdie. Miró a Sergio y vio a un rival agrandado. Desde 1999 ningún campeón había hecho eagle en los 9 de
vuelta el domingo. Con otro empujón a los fantasmas, Sergio embocaba y ponía el empate en las grandes
pizarras de Augusta.
PUTT
Considerado Sergio uno de los mejores jugadores de tee a green del mundo, es el putt el que le ha traído por
la calle de la amargura. Su golpe en el par 3 del 16 fue perfecto, dejándola con un putt más que metible.
Rose contestaba con otro golpazo y ambos se felicitaban camino del green. Allí un recalcitrante fantasma le
jugó la penúltima pasada a Sergio. Rose embocaba para birdie, a Sergio se le escapaba. De nuevo Rose con 1 de
ventaja. Dos hoyos. Tensión rebosando por todos los poros.
Esa tensión empezó a cobrase un alto peaje. Rose se iba al bunker en el segundo, tras una salida no demasiado
buena. Su sacada era excepcional, pero su putt para par, metible, se escapaba. Sergio no había metido su putt
de birdie, se quedó corto, y Rose tenía la posibilidad de salir con 1 ventaja al 18. Pero no. El bloqueo, la
tensión, no le dejaron embocar. De nuevo partido empatado antes del 18.
Allí con dos golpazos de salida y dos grandes approach, el de Rose con un bote afortunado, ambos tenían putts
razonables para sacar el birdie. Rose no lo metió. Se fue a abrazar a su caddie y hubo lágrimas en sus ojos.
Sabía que el putt de Sergio era fácil. Que no iba a fallar ese golpe. Para Justin, el Masters 2017 acabó en
ese momento. Y en ese momento, el fantasma que quedaba volvió a asustar a Sergio. En las rondas de practica,
quizá por el vendaval, quizá por estar el campo pesado, ese putt le había caído al final a la izquierda. Esa
visita al desván le había mostrado algo irreal. Un putt de poco más de un metro, si llegaba, se le iba por la
derecha. El desván y el fantasma se la había jugado. El playoff estaba servido.
EL DOLOR Y EL EXTASIS
Por el lenguaje corporal, daba la sensación de que Sergio estaba hundido. Ya había pasado por una situación
así y sabía como la historia le había sido esquiva. Estaba agarrando la chaqueta verde, la tenía casi puesta
cuando el sastre se dio cuenta de que la talla no era la adecuada. Camino al 18 de nuevo con ambos cargando
una mochila con excesivo peso.
El lenguaje corporal cambió en Sergio en el tee. Allí volvió a sonreir y se sacó otro drive sensacional.
Justo en el sitio adecuado. Rose, sin embargo, se fue a la derecha. No tenía línea desde el bosque y la sacó
baja ganando metros. Sergio volvió a dar un magistral golpe de approach. Pero el fantasma del putt seguía
llamádole desde el borde del green. Rose con su 3º la dejaba de nuevo a una distancia metible. Eran unas
situaciones similares pero con Sergio con un golpe menos. Y Rose, que se había ido del torneo antes, no
volvió. No consiguió embocar y le dejó a Sergio dos putts para ganar. El fantasma palideció. Vio su derrota
cerca. Tan cerca que no pudo evitar el puñetazo de Sergio que lo dejó seco. A la primera el ‘Niño’ cambió
todo el dolor acumulado por el extasis más intenso.
Olazabal sabía que iba a ganar y se había quedado allí. Seguro que le dejó una nota en su taquilla como hizo
Seve en su día. Y Seve desde arriba también le dejó no una, si no varias notas en cada rincón del campo para
que Sergio no dudara.
En la esclavitud de los ‘Majors’ Sergio ya arrastraba unas cadenas muy pesadas. Ese putt del playoff las ha
roto. Los fantasmas que le han acompañado han tenido que tomar las de Villadiego. Y la mochila pesada que
arrastraba, se ha convertido en unas alas para volar donde quiera. Ya es oficialmente un grande. Todas las
cicatrices provocadas por el dolor, han sanado bajo el mayor de los extasis. Seve, Olazábal y ahora, por fin,
Sergio. Orgullo.

ENTRE EL DOLOR Y EL ÉXTASIS

Por fin Sergio García llegó dónde siempre había deseado y nunca había conseguido. Por fin alcanzó el éxtasis tras tantas veces sufrir el dolor punzante de la derrota.

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CAMBIOS Y PROBLEMAS

Jueves, Abril 6th, 2017
CAMBIOS Y PROBLEMAS
Fútbol, rugby, baloncesto, golf. Cuatro deportes mayoritarios que están viendo sus dinámicas modificadas por el físico. Algunos han ido intentando adaptarse a los nuevos tiempos, otros están viendo como no pueden quedarse atrás y alguno quisiera volver atrás.
Vaya por delante que esta reflexión es sobre el golf. Pero en la raiz de su problema, está el mismo fáctor que modifica y actua sobre el resto. El físico.
Más rápido, más alto, más fuertes. ‘Citius, altius, fortius’. El Barón de Coubertain recitó el lema latino, ideado por un dominico amigo suyo, en la inauguración de los primeros juegos olímpicos de la era moderna en 1896 en Atenas. Luego sería el lema de los tristemente famosos juegos del 72 en Munich.
Los humanos, efectivamente, hemos hecho un buen caso al lema y ciertamente hay una evolución general que nos ha llevado a tener más altura, ser más rápidos y más fuertes. Y si hay cierto cuidado y trabajo del cuerpo, todo eso se traduce en verdaderas moles casi perfectamente delineadas por los más de 600 músculos que conforman el cuerpo humano.
No es menos cierto que en general, algunos o los más, también somos más gordos, pero eso no es lo que nos ocupa ahora.
FÍSICO
En el fútbol, deporte en que los jugadores sobrepasan en general los 10 kilómetros recorridos por partido. Salpicados con aceleraciones, choques, saltos, frenazos, etc, la preparación física se ha tornado clave en las últimas décadas. Los jugadores más habilidosos han tenido que irse adaptando a esto. Antes perdían chispa al ser musculados. Ahora, con un cuidado del cuerpo desde tempranas edades, la chispa viene de serie apoyada en físicos potentes. No hay más que ver el ritmo medio de un partido hace 25-30 años con lo que vemos hoy en día. En general se traduce en más velocidad e intensidad. De los propios jugadores, de la velocidad con la que se desplaza el balón, balón que ha ido evolucionando a más ligero, y que hace más difícil para el árbitro y sus asistentes discernir las jugadas.
Esa velocidad de juego hace casi imposible poder dirimir uno de los aspectos más importantes del juego. El fuera de juego. De ahí que sea recalcitrante y muy impertinente la posición que han tenido los organismos que rigen el deporte rey, a la hora de incluir la tecnología para revisar las jugadas.
Baste decir que todo el empeño se pone en vigilar los llamados ‘goles fantasma’ cuando porcentualmente son ínfimos frente a muchas jugadas al límite por el fuera de juego.
Y ya que tenemos esa tecnología, apliquemosla al juego en general.
El fútbol ya parece haber dado el paso definitivo para la tecnología de video como asistente del árbitro, VAR, y no debería de salirse de ese camino e incluso tiene que seguir profundizando en la misma.
BALONCESTO
Con el baloncesto el factor físico también tiene una influencia demoledora. La evolución del jugador en todos los aspectos es alucinante. Cualquier jugador con dos metros, o algo más, es capaz de manejar la pelota como un buen base. Eso ocurría antes pero en casos contados. Todo lo comentado respecto al fútbol es extrapolable. La presión de las defensas es asfixiante. Los jugadores rotan muchísimo para mantener el ritmo de juego. Sí, las universidades ya jugaban así hace muchos años.
La ayuda del video ya está instaurada desde hace tiempo y se revisan jugadas polémicas. Es más fácil poder parar un partido porque en sí, el baloncesto ya tiene esas pausas. Cambios, tiempos muertos, los tiros libres. Pero con jugadores más altos, más fuertes y más rápidos, las canchas se quedan pequeñas. Al contrario que el fútbol, uno de los deportes más inamovibles en cuanto reglas, el baloncesto sí ha ido evolucionando. Pero siguen quedando cosas por hacer. En realidad siempre hay cosas por hacer y mejorar. ¿Canchas más grandes? ¿Línea de 4 puntos?
RUGBY
El sacrosanto rugby también ha vivido una transformación enorme en los últimos tiempos. En una alineación se distinguían perfectamente los jugadores de cada línea. Hoy en día salvo los primeras líneas, y esto con pinzas, es difícil diferenciar físicamente a un segunda línea de un tercera. Los alas, antaño jugadores rápidos apoyados en pesos livianos, han sido sustituidos por moles de más de 1,90 y 90 kilos o más de peso que arrasan con lo que se ponga delante a velocidades casi supersónicas…salvo que sea un homólogo el que se interpone.
En ese caso el choque de trenes es brutal y, sobre todo, muy peligroso. Ahí tiene el rugby una patata caliente muy complicada de pelar. Obviamente no se puede limitar el tipo de jugador, por lo que la prioridad es protegerle. Sí, sancionar con dureza corbatas, placajes a destiempo etcétera, es primordial. Pero aún así, jugando correctamente, el choque de trenes sigue existiendo. ¿Qué deben de hacer los organismos que rigen el rugby? ¿Protecciones para los jugadores? ¿Evolucionando a las que se usan en el fútbol americano?
El uso del video arbitraje lleva mucho tiempo aplicado. Y se buscó más espectacularidad buscando el juego más abierto. ¿Quizá hay que limitar y volver atrás buscando el rugby más clásico? No parece esa una buena solución. Pero el físico aquí empieza a generar peligros preocupantes.
GOLF
Y desembocamos en el golf. Más que nada porque huele a Augusta. Su verde infinito, sus azaleas y demás florecillas que inundan con su aroma cada rincón del campo. Y ese gran torneo, el Masters, que tiene como una de sus peculiaridades entre los grandes cuatro torneos, de ser el único que se celebra siempre en el mismo campo.
El golf vivió un terremoto de escala nueve, como mínimo, con la llegada de Tiger Woods. Tiger hacía todo bien. Pegaba a la bola con su drive y la mandaba más lejos que la media. Manejaba con unas manos y muñecas privilegiadas los hierros. Y leía perfectamente los greenes y sus caídas. Su dominio fue aplastante. Desde que en 1996 se hiciera profesional, lo ha ganado todo. Y varias veces.
Su estilo cambió la cara del golf para siempre. La tecnología también. A la par con la explosión de Tiger, los materiales del golf evolucionaron exponencialmente. Grafito, híbridos y sobre todo las bolas. De golf, claro.
Mi memoria a corto plazo me trae martir y no sé a qué golfista profesional le leí reciéntemente que había estado probando una nueva bola. Creo que era una Titleist. El golfista en cuestión alucinaba porque había ganado unos 15 metros de media pegando a la nueva esfera. Una verdadera burrada, pero que deja muy a las claras como evoluciona la tecnología.
La llegada de Tiger obligó a muchos jugadores a pensarse su swing y el cuidado de su cuerpo. La gran mayoría creyó que para batirle, les iba a hacer falta muscularse para golpear más fuerte a la bola y ganar distancia. Craso error. Consiguieron, sí, esa ganancia de metros, pero no ganaron a Tiger.
Valga un ejemplo. José María Olazabal. Último ganador del Masters, 1999 o año 1 A.T. (1 ano antes de Tiger), antes de la nueva era ‘Tigeriana’. ‘Olie’ como le conocen en el mundo anglosajón, se musculó, ganó metros, pero perdió sensibilidad, perdió precisión con los hierros. Su gran fuerte. No sólo por la musculación, también por los avances tecnológicos reseñados. Y de nuevo aparecen las pelotas. Las de golf.
CONTROL
No soy golfista consumado ni el más mínimo asomo. Pero jugando desde hace 30 años, todavía tenía alguna bola ‘antigua’ por ahí. No hace demasiado con dos de esas bolas antiguas, subrayando que estaban algo deterioradas, hice la prueba con dos bolas de prácticas de las que encontramos en cualquier driving-range. Para no enrollarme. Con un hierro 7, en un momento aceptable de mi juego, de vuelo hacía 125-130 metros con esas bolas de practicas. Al golpear las antiguas, dificilmente llegué a 120. En el campo, con bolas de juego modernas, los 140 de vuelo los alcanzaba. Esto trasladado a los profesionales, provocó una fiebre de alargamiento de los campos atroz.
En el que nos ocupa y es la razón de toda la parrafada anterior, Augusta, así es la evolución de metros del campo por década.
1940: 6218 m.
1950: 6309 m.
1960: 6383 m.
1970: 6383 m.
1980: 6437 m.
1990: 6314 m.
llega Woods
2000: 6387 m.
2010: 6799 m.
Resumiendo: el incremento de metros del campo desde 1940 hasta 2000 es de 169 metros, un par 3. Desde el 2000 a 2010 es de 485 metros, un par 4 largo. Demencial.
Todo para intentar poner coto a los grandes pegadores. Se instauró un corte de rough, algo nunca visto en Augusta, se plantaron árboles. Todo en arás de intentar capar a la nueva ‘raza’. Grandes pegadores favorecidos por el material.
De repente Augusta perdió gran parte de su magia. Aunque suene fuerte, al fin y al cabo los mejores jugadores del mundo están presentes en el torneo, puede ganar cualquiera. Conocer el campo pasó a mejor vida. Y eso me lleva a la peculiaridad y exclusividad de Augusta. Y es que hay cierta estirpe de jugadores que no podrán ganar nunca, o nunca más, en Augusta. Los artistas de los hierros. Los magos del control de la bola. No pueden luchar con los 20-25 metros de deficit con el que se encuentran para tirar a green. Esos metros de diferencia, hacen casi imposible igualar los golpes de aproximación. Los Olazabal, Watson, Langer etc, están condenados a no poder ganar. Sin embargo, si el campo hubiera seguido con una configuración clásica y más lógica, seguirían teniendo opciones. Por mucho que los bombarderos dejaran sus bolas a tiro de chip. enlace
¿Soluciones? Muy complicadas. ¿Se podría prohibir el uso de ciertas bolas o de cierto material? No. Al fin y al cabo estas empresas son parte importante del patrocinio del deporte. ¿Devolver al campo su carácter?  Posiblemente. Pero para ello muchos deberían de entender que una tarjeta con -20 no es ninguna deshonra. La última, y más plausible, es que la meteorología ayude. Aunque eso también va bastante en contra de la idiosincrasia de Augusta. Cuatro días de vientos fuertes cambiarían el panorama. Pero eso tampoco parece factible.
Resignémonos a que la mejora física del ser humano trae aparejado un cambio muy fuerte en los deportes que amamos. Para algunos habrán o están mejorando, para otros, empeoran. Para otros muchos, simplemente cambian.
Y a pesar de todo, Augusta es Augusta. Sus greenes duros con diabólicas caídas, su ‘Amen Corner’ su ‘16′…todo esto se impone a las consideraciones pre y post. Lo mismo pasa cuando el oval se mueve de una mano a otra, el balón de baloncesto vuela hacia la canasta y el de fútbol se recrea con una filigrana antes de besar la red.

CAMBIOS Y PROBLEMAS

Fútbol, rugby, baloncesto, golf. Cuatro deportes mayoritarios que están viendo sus dinámicas modificadas por el físico. Algunos han ido intentando adaptarse a los nuevos tiempos, otros están viendo como no pueden quedarse atrás y alguno quisiera volver atrás.

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¡MALDICIÓN!

Lunes, Abril 15th, 2013

adam scott

Adam Scott terminó con la maldición que pesaba sobre los jugadores australianos en el Masters de Augusta. Para ello él mismo tuvo que superar otra maldición, ésta propia.

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RYDER CUP 2012

Lunes, Octubre 1st, 2012

SEVE
Europa consiguió una remontada casi imposible en el Medinah Country Club que saldó algunas cuentas pendientes que tenía el equipo del Viejo Continente. El casi lo hicieron los 12 jugadores, el Capitán y los ayudantes. El imposible lo hizo Seve jugando con cada uno de los jugadores en las mangas del polo.

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GOLF Y TURISMO

Miércoles, Septiembre 5th, 2012

navaluenga

¿QUIÉN?

Leo con sorpresa un tuit de Iñaki Aranguren (@arangureninaki) sobre el Plan Nacional e Integral de Turismo 2012-2015. “No aparece la palabra GOLF”, comenta.

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