24 HORAS DE LE MANS 2017

EL LÍMITE

En una edición marcada por el calor y los problemas que sufrieron los 6 LMP1 inscritos, la carrera no dio tregua. El límite de los coches, y pilotos, se llevó al ídem.

Que en un momento de la carrera hubiera posibilidades, más que pocas, de que un LMP2 pudiera ganar la prueba absoluta deja a las claras que algo gordo pasó.

Quizá fue el vitaminado de los LMP2 que con una punta similar a los LMP1, dejaban atrás a los GT. Su tiempo por vuelta era 8-10 segundos más lento que los LMP1 y unos 20 segundos más rápido que los GT. Salvo por la aceleración, el resto era muy similar a los de sus ‘hermanos’ mayores. Sí, mientras aquellos paraban cada 12-13 vueltas, éstos lo hacían cada 8-9 más o menos.

Todos los LMP1 sufrieron problemas. Todos. Unos más graves, otros menos. Pero en una carrera con otra marca por ejemplo, les habría supuesto en otros años un desastre de proporciones épicas. Privándoles de acercarse al podio siquiera.

El principio de carrera siguió un guión previsible. Lo único que chirriaba era que Porsche, con sólo dos unidades, conseguía aguantar el ritmo del Toyota puntero. El otro Porsche, el #8, se hundía en la general con un problema en el tren delantero. La avería les haría perder una hora en boxes. Iban transcurridas 4 horas de prueba.

MALDICIÖN

Una marca que lleva persiguiendo la victoria mucho tiempo en Le Mans, es Toyota. Sobre 30 años, lo que no implica que haya corrido estos 30 años. Toyota ha pasado por varias etapas de la gran prueba francesa y nunca ha sido capaz de ganar. No siendo eso lo peor. Ha perdido en muchas ocasiones ya, de manera lastimosa y cruel. El año pasado fue una puñalada certera. El coche que iba a ganar se paró a una vuelta de acabar la carrera. Sin tiempo para reaccionar. Sin tiempo para hacer nada. El frío acero partía el sol de la bandera japonesa del equipo y lo apagaba sin remisión.

En esta edición, sin ser tan certero y directo, los golpes fueron demoledores. Golpes bajos que no les permitieron recuperarse y que les sacaron de la pelea. Como ocurrió con el combate lamentablemente ganado por Ward frente a Kovalev. Los golpes bajos, permitidos por el árbitro, de Ward a Kovalev dejaron fuera de combate al ruso.

Los golpes bajos que sufrió Toyota se centraron a la caída de la noche. Pasadas las 10 de la noche aparecieron problemas de frenos en el Toyota #8. No pasaba nada. El #7 lideraba y el #9, aunque lento, estaba ahí. Y Porsche sólo tenía un coche para hacer frente. Pero a la media hora y tras un periodo de Safety, el Toyota #7 se arrastraba por la pista. Un golpe bajo recibido de un falso comisario le terminó de quemar un embrague que estaba tocado. La agonía del intento de llegar a boxes fue terrible. Tras 20 minutos tuvieron que tirar la toalla. De repente sus dos coches más rápidos estaban, uno retrasadísimo y el otro fuera.

Quedaba el #9 que se enfrentaba a un mano a mano con el Porsche #1. A 2 vueltas por detrás la opción era Lapierre al volante todo el tiempo posible. Luego ‘Pechito’ y minimizar al límite la aportación de Kunimoto. Y a ver. Pero muy poco después el Toyota recibía un golpe bajo también, Era embestido por un LMP2 y pinchaba una rueda en Dunlop. Toda la vuelta por delante. El coche que se incendia, sale el SC. Se apaga el conato de incendio y al final se va a quedar casi donde el número #7 había pasado a mejor vida. La imagen de uno de los coches parados, el #9, y el #7 siendo subido a la grúa resume todo. Demoledor. Dos golpes bajos y se acabó.

De nuevo la maldición golpeaba a una Toyota que, curiosamente, había hecho caso al proverbio lemansero que dice que:”A Le Mans hay que venir con 3 coches. Uno se rompe, otro se accidenta y el otro gana”. Os podéis imaginar la contestación de Toyota.

SUDAR

Porsche tenía la victoria en la mano. Mandando con el #1 y con el #2 remontando buscando llegar al podio. Los cálculos más benévolos arrojaban que el segundo de los coches alemanes llegaría hasta la 2ª posición a falta de 90-120 minutos. Otro cálculos más pesimistas le hacían llegar por los pelos. Dependería de los periodos de Safety y de la activación de las Slow-Zones, un acierto de Le Mans, que hubiera hasta la hora de finalizar la carrera. Al poco de cumplirse las 20 horas de carrera, el Porsche #1 se paró. Tras varios intentos, lo dieron por imposible. La tensión se apoderó de todos en el circuito. Lideraba un LMP2, el Porsche #2, que en otras circunstancias estaría desahuciado, estaba a 3 vueltas de ponerse líder. Era cuestión de mantener la calma. Pero cualquier contratiempo podía hacer saltar todo por los aires. Lotterer le dijo a su equipo y a los comisarios que retiraran el coche rápido para no entorpecer a su compañero mientras remontaba. Demoledor.

La previsión se cumplió y el Porsche #2 se colocó en cabeza con poco más de una hora. Pero ningún problema debía sucederle. El problema no llegó agrandando la leyenda de Porsche, 19 victorias, y cerrando, en la máxima categoría, una edición agónica.

GTEPRO

Lo mejor estuvo entre los GTEPro. La que debería ser la categoría reina. Lucha cerrada desde el primer al, practicamente, último metro. Los Aston Martin dominaron casi toda la prueba. Mejor decir estuvieron en cabeza. Porque con las diferencias que hubo, no se puede hablar de dominio. Chevrolet perdió un coche al caer la noche y se quedó sólo con el #63 con García, Taylor y Magnussen para intentar la victoria. Además con un handicap grande. La regla de los 3 safety en Le Mans les había dejado retrasados, unos 100 segundos. Lograron remontar y tras la última parada consiguieron mantener el liderato de la categoría. Pero los dos coches, el Aston Martin y el Chevrolet, estaban completamente juntos. A falta d dos vueltas y media Adam, el piloto del Aston Martin, se tiró en Arnage. Se coló y Jordan Taylor, por su sitio, recuperó la posición con un pequeño toque incluso entre ambos. Quizá ahí algo se rompió. O quizá fue en la penúltima vuelta cuando, con las gomas muy tocadas, se colaba en una de las chicanes de Le Hunadieres. Adam esperó y aprovechó su momento en la entrada a meta. Ahí el Corvette, con un pinchazo lento, no giraba y poco después tenía que rodar muy lento, perdiendo la 2ª plaza por el camino. Aunque una vez no ganas…¡qué más da!

Quizá si Antonio García no se hubiera deshidratado en su último relevo, siendo el más rápido del equipo, hubieran podido llegar con más ventaja. Pero no pudo ser. El calor le machacó. El cuarto Le Mans se escapó.

La estabilidad reglamentaria, curiosamente, no ha tenido todos los efectos deseados o habituales. Sí son los coches más rápidos, pero las marcas no terminan de comprometerse con la reglamentación. Sí, los coches avanzan y mejoran pero, oh sorpresa, al acercarse al límite se han roto. Menuda papeleta tiene por delante el ACO. ¿Dónde estará el límite?

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