La noticia de ayer era que el hijo de Julio César Chávez, Julio César, podría luchar por la corona mundial del peso Superwelter. Julio César Jr., como se anuncia en los carteles, lleva 24 combates invicto con un sólo nulo. Ya se ha dejado ver, como decía la prensa, en el Madison y en los Casinos MGM o Aladdin. Su propio padre declara que le ha visto una mejora importante en los últimos combates, el último de todos contra Ray Sánchez lo que ya obliga a enarcar las cejas y pensar que ahí hay madera, y que le ve cada día más preparado. El camino no es fácil, Margarito, Mayweather o Hatton estarán en su camino. El año 2008 va a ser clave para su carrera.
El recuerdo que me refrescó la noticia fue la pelea entre Julio César Chávez y Meldrick Taylor el 17 de marzo de 1990.
En ese momento el boxeo mundial estaba en estado de shock. Un mes antes se había producido la derrota de Mike Tyson a manos de Buster Douglas. Tyson había practicamente oscurecido a las demás categorías. Sin embargo el enfrentamiento entre dos campeones invictos, con estilos y personalidades completamente antagónicas, fue aprovechado por los promotores y la expectación fue enorme.
En un rincón estaba el “León de Culiacan”, un verdadero guerrero haciendo honor al pasaje del himno azteca. “El cielo un soldado en cada hijo te dió”. Ver la cara de Chavez escuchando su himno era intimidatorio.
Chavez llegaba con un record increible de 68 victorias(56 por KO) por 0 derrotas. La racha más larga para un boxeador en 80 años. El orgullo de México ponía en juego su título de los Welter de la WBC.
En el otro rincón un Campeón Olímpico en Los Angeles 1984. 25 victorias(14 por KO), 0 derrotas y un combate nulo. Taylor ponía en juego su título de la IBF.
Sonó la campana para comenzar el primer asalto con la multitud mayoritariamente apoyando a Chavez. La primera sorpresa fue la táctica que adoptó Taylor. En vez de bailar alrededor de Chavez no tuvo reparo en intercambiar golpes con su mortífero rival mexicano. Más sorprendente aun fue que cada golpe de Chavez era respondido por tres del norteamericano. Así trancurrió la pelea hasta la mitad del combate.
Cuando Chavez volvió a su rincón tras sonar la campana que marcaba el final del sexto asalto, estaba confuso -que no derrotado- y no sabía qué hacer. En la esquina le esperaba su preparador, el gran José “Búfalo” Martín Muñoz. “Búfalo” le pegó el primer puyazo. “Vamos Julio este round lo hemos perdido y no le podemos perder ninguno mas!, ¡tire golpes con el!. Usted es mejor que él, Julio¡, ¡no tiene que demostrarle nada, tire golpes¡ ¡¡tire golpes hasta que se caiga de culo ahí¡¡ ¡no espere nada Julio, tire golpes! ¡está creciéndose y no le hace nada ¡”. Chavez volvió a presentar pelea en la cabina de teléfonos y Taylor aceptó. De nuevo la misma tónica.
Los cuatro últimos asaltos fueron de una tensión y una emoción extremas. Otra de las perlas de “Búfalo” ese día fue pedirle a su asistente que le echara agua en los huevos a Chavez. Y una instrucción que dio la vuelta al combate. “Saca las manos a la vez que él¡ ¡cómete tres golpes y mete la derecha!” y después apeló al orgullo.
Al comienzo del noveno asalto Taylor se dedicó a controlar pero en la segunda mitad del mismo Chavez le lanzo varias manos que habrían tumbado a un elefante.
“Búfalo” le grita que ese es el hombre que quiere ver. “Un esfuerzo más, por tú familia, tú eres más macho que él”.
La cosa seguía muy fea para Julio César y sólo el KO le libraría de la derrota al seguir muy por detrás en las puntuaciones de los jueces. Los asaltos diez y once fueron brutales. Los golpes de Chavez empezaban a dejar claro el daño que hacían en Taylor. Pero éste seguía devolviendo sus combinaciones. Chavez ganó ambos parciales. Es más, Taylor dio muestras de estar ‘groggy’. Al sonar la campana, desorientado, se fue detrás de Chavez hacia el rincón equivocado. El árbitro le corrigió y acompañó a su rincón.
El rincón de Chavez le dió el último empujón. “Julio tienes que jugartela este round. ¡Mete golpes arriba! ¡¡Por tu familia, por tus hijos Julio!! Tu le puedes noquear todavía, eres más fuerte, tu puedes más que él”. La voz rota y casi desesperada de Martín “Bufalo” resonaba a travás de la televisión. Chavez miraba a Taylor esperando a la campana. El norteamericano levantaba su mano derecha sintiéndose ganador.
Sorprendentemente, Chavez no se va como un poseso hacia Taylor. Le va castigando quirúrgicamente con buenos golpes mientras le va encerrando. Taylor sigue devolviendo combinaciones pero ya no es preciso. En una de ellas cae al suelo tras fallar uno de los golpes. Sus muestras de cansancio son tremendas.
Con menos de medio minuto en el reloj, Chavez conecta un golpe perfecto en el mentón de Taylor. Todo lo que tenía que haber hecho Meldrick era mantenerse fuera del alcance de Chavez. Sus piernas flojearon por primera vez.
Taylor se defiende atacando cuando sus piernas le responden tras la bomba nuclear encajada. Encierra a Chavez en el rincón neutral pero el mejicano sale perfectamente de la situación por su derecha. Acto seguido lanza una combinación izquierda-derecha-izquierda-derecha de la que sólo el último golpe hace contacto. Pero éste es tan claro y diáfano como demoledor.
Dieciséis segundos quedaban en el reloj cuando Taylor besa la lona. Levanta su mano derecha y se ayuda de las cuerdas para levantarse. Steele ya está por el cinco en la cuenta de protección. Quedan diez segundos. La campana va a salvar a Taylor. El árbitro completa la cuenta y le pregunta a Taylor. El norteamericano hace un gesto casi inapreciable. El árbitro le vuelve a preguntar y no obtiene respuesta. Steele mueve sus brazos indicando que no puede continuar. Dos segundos quedaban en el reloj. Los comentaristas no se lo creen. La multitud ruge ante la victoria de su ídolo.
Dos segundos separaron a ambos púgiles de la derrota o de la victoria pero ambos entraron en la leyenda del boxeo.
La decisión fue muy contestada. Unos argumentaron que con dos segundos no se debió de parar el combate nunca. Otros, que la decisión del árbitro no puede estar pendiente del tiempo que queda.
Lo primero en lo que pensó Chavez fue en dar la revancha al rival que más difícil se lo había puesto en su carrera.
Pero Taylor nunca volvió a ser el mismo. El castigo que recibió fue salvaje, tuvo que ser ingresado en el hospital al orinar sangre tras el combate, y en la revancha cayó por KO en el octavo asalto. Subió de peso pero Chavez evitó esa categoría superior lo que pudo.
Fue la pelea de la década de los 90 y una de las más grandes de la historia. Inolvidable.