6 de marzo de 2006
La proliferación de proyectos de circuitos en nuestra geografía es una buena noticia. Parece que un deporte maldito como el automovilismo va rompiendo barreras. Francia, por ejemplo, cuenta con dieciséis circuitos permanentes. Cada uno de estos circuitos tiene muy clara su función y su uso.
Ese es el mayor grado de preocupación que provoca ver los mastodónticos proyectos de Aragón, Madrid y las modificaciones de Cheste. ¿Tienen claro estos tres proyectos sus objetivos?
Durante muchos años sólo existió el circuito permanente del Jarama y Calafat. El resto eran trazados urbanos provisionales. En el trazado catalán se acogían pruebas de segunda categoría y el Jarama era el que albergaba las pruebas punteras. Después llegaron Jerez, Montmeló, Albacete, Cartagena.
Montmeló y Jerez son circuitos que han albergado pruebas de máximo nivel y las siguen albergando. Cheste quiere entrar en la rueda de la F1 tras estar en la de MOTOGP. ¿Tienen claro los promotores del nuevo circuito de Madrid la dificultad de acceder a una prueba del Mundial de Turismos por ejemplo? ¿Son conscientes en Aragón de lo mismo? No basta con fichar a Tilke y que diseñe el mejor circuito del mundo.
De nada sirve construir el no va más de los circuitos si no vienen las pruebas grandes. Si la idea es recibir a la F1 o a las motos, el proyecto es deficitario desde el primer folio impreso. Que tomen ejemplo de trazados como Ascari y Monteblanco y nadie se llevará a engaño. Adaptarse o morir. Lo malo es que algunos tienen que irse adaptando antes de nacer.