FIEL REFLEJO
No pudo la prueba brasileña tener un mejor colofón haciendo justicia a la temporada que hemos vivido. Sobre todo a su segunda mitad.
No podía ganar Vettel de otra manera. Cuando y como quiso. Al igual que ha hecho en la segunda mitad de la temporada. La salida al hiperespacio de Red Bull desde el verano no ha sido igualada por nadie. Ni la amenaza de la lluvia, aunque perdiera la pole el sábado, puso mucho problema en su cabalgada.
No habría estado mal que hubiera dejado la victoria a Webber en la despedida del australiano. Pero el instinto depredador del alemán no casa bien con esas ‘milongas’ y o, ni se lo planteó, o no quiso saber nada.
Así Webber completaba el doblete sin incomodar a su jefe de filas y se despedía de la F1 subido al podio. No está mal el colofón para Mark que marcha a buscar otros horizontes. Entre ellos el precioso del atardecer en Le Mans.
Alonso sumaba otra gran carrera más. Buscando el máximo había tenido un error el sábado que pudo haberle permitido salir en mejor posición. Al final como se vio con Webber, su Ferrari no podía pegarse con sus rivales azules. Pero sí consiguió batir a Lotus, disparándose en el pie con el sustituto de Raikkonen y con la rotura del motor de Grosjean.
También puso en jaque a Mercedes batiendo a ambos coches plateados y encendiendo las alarmas entre las huestes de la estrella.
Y así, entre amenazas de lluvia que no se cumplieron transcurrió el fin de una era en la F1. La de los V8. La de los motores congelados, los escapes soplados y la de la hipervelocidad del Red Bull.
También la época chocante y contra-natura, del ganar tiempo en las curvas lentas en vez de en las rápidas. Ójala la F1 vuelva a ser lo que debe ser la competición del motor. El pasar más rápido que el resto. Ójala la aerodinámica deje paso a las unidades de potencia y que éstas realmente marquen alguna diferencia con el piloto que las maneje.
Adios 2013 y tu fiel reflejo de lo que es el dominio.
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