Con todo lo que está pasando últimamente, no tengo especial predilección por los ingleses. Supongo que me entenderán.
Pero hoy jugaban Francia e Inglaterra la primera semifinal del Mundial de Rugby.
Me he sorprendido a mí mismo saltando con el rápido primer ensayo inglés. ¿Por qué?
La actitud francesa ha sido deplorable en éste Mundial. En los cuartos de final frente a Nueva Zelanda se saltaron a la torera esas normas que hacen del rugby uno de los mejores deportes del mundo. Primero el diseño de su camiseta, en cuanto al color, parece más la escocesa que la “bleu” francesa de toda la vida.
En ese partido el tono tan oscuro francés hacía incompatible que los “All Blacks” pudieran vestir su tradicional zamarra negra. Pero una de esas leyes no escritas del rugby indica que el equipo de casa cambia su camiseta en respeto al visitante.
Francia es la organizadora del Mundial. Alguien ha decidido birlarles su identidad “bleu”. Alguien le ha quitado su mentalidad ganadora y de juego bonito, el famoso “rugby champagne” de aquel inolvidable Mundial del 86, y alguien les ha dejado a los pies de los caballos por esa decisión de no ceder a una regla no escrita.
Ante esto, es normal que mis preferencias se hayan inclinado por Inglaterra. Con sus viejas glorias que han llegado justo a tiempo para poner a la “Pérfida Albión” en otra final.
A veces hay justicia y hoy ha sido uno de esos días.
La tradición es algo que valoro mucho.