LA FORTUNA HAY QUE BUSCARLA
Max Verstappen iba camino de su segunda victoria consecutiva. Esteban Ocon se le cruzó en el camino. Lewis Hamilton, recién coronado campeón en México, tuvo que rezar todo lo que supo para que su motor no terminara hecho pedazos por un problema en los escapes. Fue una victoria afortunada para el británico, pero tanto él como Mercedes buscaron esa fortuna con ahínco.
Son cosas que se saben después. Problemas que, lógicamente, no salen a la luz en el momento en que se producen y que, hasta conocerlos, distorsionan la percepción de lo que está haciendo un piloto. El final de temporada está pasando su factura sobre los motores – Unidades de Potencia para los ‘fisnos’ – y tanto Vettel como Hamilton tuvieron que lidiar con problemas más o menos graves.
Se esperaba que Ferrari tuviera ventaja en un día muy caluroso con los blandos con los que habían pasado a la Q3. Con el resto en súper-blandos la esperanza para los italianos era clara. Poder rodar incluso mejor pasadas unas vueltas e ir más largos. ¿Por qué no un doblete? Pero rápidamente la realidad fue otra. Los Red Bull volaban. Vettel tenía problemas y Raikkonen no podía aguantar a Verstappen que le pasaba si necesidad de DRS. Como es habitual, los Red Bull eran excelsos en agarre y en hacer funcionar las gomas.
Verstappen no forzó la situación. Encontrando el equilibrio entre ritmo y trato a sus gomas. Poco a poco se acercó a Bottas y se quedó a tiro de piedra de Hamilton que no podía ir más rápido y no había abierto hueco. Pero Hamilton y Vettel tenía problemas. El británico fue informado de que tenía problemas en su motor. Un problema en el escape había llevado la temperatura de las válvulas un 10% más arriba del límite. Aumentar el flujo de gasolina para refrigerar lo máximo posible fue una de las medidas que se tomaron. Pero eso implicaba rodar a un ritmo más ‘cansino’ para no consumir demasiado. Un complicado equilibrio que estaba en manos del piloto. Vettel por su parte sufrió un fallo de un sensor camino de la parrilla. Eso llevó al equipo a tomar la decisión de rodar en un modo conservador que afectaba al manejo del coche.
Con ese panorama Verstappen, que ya tenía el tiempo necesario con el Haas de Magnussen para parar, se disponía a hacer el ‘undercut’ a Hamilton. Pero en Mercedes se adelantaron y pararon al campeón en la vuelta 19. Medios y en teoría hasta el final. En Red Bull cambiaron de idea y mantuvieron a Max en pista el máximo posible gestionando lo que quedaba de sus neumáticos. Una jugada brillante. Que también se traspasó a Ricciardo con Vettel. A cada vuelta que pasaba los Red Bull rodaban mejor y se acercaban a poder montar los blandos en vez de los medios. De boinazo.
Por su parte Hamilton, que según el equipo no sabía el riesgo real que corría, mantenía al Red Bull a una distancia alrededor de los 20 segundos para estar por delante cuando parara el holandés. Vettel, por su parte, paró en la 27 y Raikkonen aguantó 4 más. El finlandés pasó delante, ante los problemas de Vettel, y se fue a por Bottas.
En la vuelta 35 paró Verstappen, mitad de carrera. Un relevo increíble, magistral. Pero el ir tan largo tenía un problema, a priori mínimo, que era salir con tráfico algo denso de doblados. Además Hamilton, enorme también, había conseguido mantenerse en una diferencia que le permitiera pasar por delante. Eso sí, con el Red Bull con blandos nuevos y el Mercedes con medios con 16 vueltas ya de vida aunque perfectamente gestionados.
Tres vueltas le duró a Hamilton el liderato. No sólo el ritmo de Max fue clave, también que en ese momento se enteró el británico del problema real que tenía cuando escuchó en la radio que en la siguiente vuelta el motor se rompería.
MALDITOS DOBLADOS
En la vuelta 43 no había nada que se interpusiera entre Verstappen y otra victoria. O sí. Verstappen se encontró con Ocon detrás que acababa de parar y montar súper blandos. El francés era algo más rápido que el líder. Llegando a la frenada después de meta para las ‘Eses de Senna’, Ocon intentó pasar por fuera a Max. Max se defendió y el francés, en vez de colocarse detrás y esperar a la recta, no. Decidió otra cosa. Max, asumiendo lo que cualquiera haría frente a un doblado, que se estará quietecito y no molestará, se tiró al interior en la segunda curva a la derecha. Justo dónde Ocon ya había decidido entrar a navaja. Sí, Max no dejó hueco. Pero mi visión es: ¿por qué tiene que dar espacio el líder a un maldito doblado?
Podemos discutir sobre si es estúpido no dejar un espacio de seguridad. Y probablemente lo sea. Pero la culpa es absoluta y totalmente de Ocon. En el fragor del trompo, Hamilton pasaba y se volvía a poner líder con la espada de Damocles sobre su motor.
Max, aún con el coche tocado, empezó a recortar a Hamilton, que se había ido con 6 segundos. Lewis no podía pedir más a su motor que, incluso, iría a menos poco a poco. De repente el beneficiado fue Kimi. Mientas por detrás Ricciardo pasaba a Vettel y se iba a por Bottas al que pasaba sin mayor problema. El hundimiento de Valteri en la segunda mitad de año es monumental.
Kimi se acercó pero no lo suficiente. Lo mismo que Max con Hamilton. Al terminar la carrera se entienden mejor los gestos de Lewis arrodllándose ante su coche. Pocas veces un piloto ha tenido una máquina tan dominante tanto tiempo que le haya permitido machacar así. Ay ese campeonato de 2016 de Nico Rosberg.
De Alonso lo mejor que se puede decir es que vio meta. De Sainz que mostró mucho carácter tocándose con Hulkenberg pero poco más. En una serie de maniobras tan bonitas como improductivas para el equipo.
Mercedes se hacía con el título de constructores y Hamilton completaba una carrera soberbia cuidando su coche y aprovechando la suerte, buscándola, del incidente entre Max y Ocon. Por cierto, sin defender lo más mínimo los empujones de Max al francés, entiendo su reacción. Si Hamilton y Mercedes buscaron la fortuna, Ocon se buscó que le partieran la cara. Por muy feo que sea.