Hace 40 años tuvo lugar un evento deportivo que aunó todas las características para calificarlo de planetario. Eso que se lleva ahora tanto.
Escucha Alí. Está todo preparado. Aquí en Kinshasa te espera la gloria, la inmortalidad. Te vas a enfrentar al que dicen que es el más fuerte. Quizá, pero tu, Ali, eres el más grande. Y lo tienes que demostrar.
Venga, es hora de sacar partido a todo el entrenamiento, a todas esas horas de sudor. A esas tandas de flexiones interminables. Al dolor intenso, agudo. A los golpes al saco. No te preocupes por el calor. Vamos a pelear de madrugada. Una hora extraña, pero no te preocupes. También lo es para él y para el público que te adora. Ellos estarán ahí como desde que llegaste a Zaire.
Ya llegamos al estadio. ¿Escuchas a la gente? Están deseosos de verte pelear. Pero sobre todo están deseosos de verte ganar. Te adoran. Vas contra el sistema. Te has hecho musulmán, te has negado a ir a Vietnam. Te han quitado tus títulos, que no la gloria, y te han querido enviar a la cárcel. ¡A la cárcel Ali! Y sin embargo, fíjate. Allá en Estados Unidos han programado el combate a la hora más importante del día. Les da igual si para eso son las cuatro de la mañana en Zaire. Quieren verte Ali. Para ello han preparado una red de más de 100 satélites para llegar a todos los rincones. ‘Rumble in the Jungle’ lo han llamado. Hasta el rey de la selva se postrará ante ti cuando consigas el título.
Calienta Alí. Empieza a sudar, a notar como la sangre se acelera por cada una de tus venas. Concéntrate. Pon todos tus músculos en el camino del único objetivo. Ganar. Porque vas a ganar Alí. Ponte el calzón blanco. Pureza, como la de tu boxeo. Ve con Angelo a que te ponga los guantes. Escucha los últimos consejos, mírale. Vamos hacia el ring.
¿Los oyes Alí? ‘Ali Bomaye’. Te piden que le mates. Son tuyos, no puedes defraudarles.
No escuches al árbitro. Ya sabes la cantinela. Mírale a los ojos, que sepa que vas a por él, que sepa que el cinturón va a tener un nuevo dueño.
¡Vamos, al rincón!
Suena la campana, ¡a por él! Pega, pega, lo estás consiguiendo. Mírale, parece que no se inmuta. Ten cuidado, te está cortando el paso para que no puedas escapar a sus golpes. Ha preparado bien la pelea. Tu fama te precede y tus peleas también. Sabe que te mueves mucho y no te lo quiere permitir. Pero no te preocupes. Angelo ya lo tenía previsto.
Vamos, segundo asalto. Ahora hay que sufrir y prepararse para lo que viene. Toca tumbarse en las cuerdas. Lo estás bordando. Te está tirando mil golpes pero practicamente no te hace mella. Él empieza a cansarse y tu ves el fruto de las tandas interminables de abdominales.
¡Díselo! Dile si eso es lo más fuerte que sabe pegar. Venga, que ya van cinco. Y con tus explosivas combinaciones le has marcado la cara. Olvídate de los jueces. Hay que ganar por KO.
Vamos al rincón, venga. No pierdas tiempo. Hay que coger aire. Escucha a la gente, ‘Ali bomaye’. Lo presienten, ya llevamos siete y está agotado. Tu también. Pero recuerda, ‘cuando tu paras de entrenar, yo empiezo’. Corre, vete a por él. No te importe dejar a Angelo con la palabra en la boca. Es el momento de ganar el combate. La gente te va a enardecer, vas a notar cada pelo de cuerpo de punta. La piel de gallina y en cada golpe que le tires vas a notar como todos empujan contigo. ¡Ali bomaye, Ali bomaye, Ali bomaye’.
Díselo Alí, dile que si todo eso es lo que tiene para golpearte. Mírale, tiene la derrota en su cara. No es la cara que destrozó a Frazier en dos asaltos o a Norton. Es una cara incrédula. No tiene más. Te tira más de 100 golpes por asalto y cuatro o cinco tuyos hacen igual daño. Sigue encajando, fíjate, cada vez está más cansado. Para esto entrenaste hasta el límite y algo más. Sal del rincón, vete al otro. Ahora Alí. Le has alcanzado y le has hecho mella. Su guardia ha bajado un poco. Venga que se descubre. Un gancho de izquierda, mira como le cae la guardia, ¡rápido! el directo de derecha y allá va. Mira esos ojos rendidos mientras cae a la lona. El árbitro cuenta, ocho, nueve y él sólo se ha incorporado. El árbitro hace la señal con los brazos de que no puede. ¡Has ganado! No quiere pelear más, está exhausto. Tranquilo, deja que todo llegue. Deja que te feliciten.
‘Ali bomaye’ no se oye otra cosa. El árbitro levanta tu mano. Eres el campeón, estás en la cima del mundo. De ese mundo que te quiso humillar. Alí mátalo, gritaba la gente. Ahí tienes a todos a tus pies, hasta el rey de la jungla se ha postrado. ¿Y sabes por qué Ali? ¿Sabes por qué todos te adoran? Porque eres el más grande.
Hace 40 años tuvo lugar un evento deportivo que aunó todas las características para calificarlo de planetario. Eso que se lleva ahora tanto.