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EL MÁS GRANDE

Jueves, Octubre 30th, 2014
Hace 40 años tuvo lugar un evento deportivo que aunó todas las características para calificarlo de planetario. Eso que se lleva ahora tanto.
Escucha Alí. Está todo preparado. Aquí en Kinshasa te espera la gloria, la inmortalidad. Te vas a enfrentar al que dicen que es el más fuerte. Quizá, pero tu, Ali, eres el más grande. Y lo tienes que demostrar.
Venga, es hora de sacar partido a todo el entrenamiento, a todas esas horas de sudor. A esas tandas de flexiones interminables. Al dolor intenso, agudo. A los golpes al saco. No te preocupes por el calor. Vamos a pelear de madrugada. Una hora extraña, pero no te preocupes. También lo es para él y para el público que te adora. Ellos estarán ahí como desde que llegaste a Zaire.
Ya llegamos al estadio. ¿Escuchas a la gente? Están deseosos de verte pelear. Pero sobre todo están deseosos de verte ganar. Te adoran. Vas contra el sistema. Te has hecho musulmán, te has negado a ir a Vietnam. Te han quitado tus títulos, que no la gloria, y te han querido enviar a la cárcel. ¡A la cárcel Ali! Y sin embargo, fíjate. Allá en Estados Unidos han programado el combate a la hora más importante del día. Les da igual si para eso son las cuatro de la mañana en Zaire. Quieren verte Ali. Para ello han preparado una red de más de 100 satélites para llegar a todos los rincones. ‘Rumble in the Jungle’ lo han llamado. Hasta el rey de la selva se postrará ante ti cuando consigas el título.
Calienta Alí. Empieza a sudar, a notar como la sangre se acelera por cada una de tus venas. Concéntrate. Pon todos tus músculos en el camino del único objetivo. Ganar. Porque vas a ganar Alí. Ponte el calzón blanco. Pureza, como la de tu boxeo. Ve con Angelo a que te ponga los guantes. Escucha los últimos consejos, mírale. Vamos hacia el ring.
¿Los oyes Alí? ‘Ali Bomaye’. Te piden que le mates. Son tuyos, no puedes defraudarles.
No escuches al árbitro. Ya sabes la cantinela. Mírale a los ojos, que sepa que vas a por él, que sepa que el cinturón va a tener un nuevo dueño.
¡Vamos, al rincón!
Suena la campana, ¡a por él! Pega, pega, lo estás consiguiendo. Mírale, parece que no se inmuta. Ten cuidado, te está cortando el paso para que no puedas escapar a sus golpes. Ha preparado bien la pelea. Tu fama te precede y tus peleas también. Sabe que te mueves mucho y no te lo quiere permitir. Pero no te preocupes. Angelo ya lo tenía previsto.
Vamos, segundo asalto. Ahora hay que sufrir y prepararse para lo que viene. Toca tumbarse en las cuerdas. Lo estás bordando. Te está tirando mil golpes pero practicamente no te hace mella. Él empieza a cansarse y tu ves el fruto de las tandas interminables de abdominales.
¡Díselo! Dile si eso es lo más fuerte que sabe pegar. Venga, que ya van cinco. Y con tus explosivas combinaciones le has marcado la cara. Olvídate de los jueces. Hay que ganar por KO.
Vamos al rincón, venga. No pierdas tiempo. Hay que coger aire. Escucha a la gente, ‘Ali bomaye’. Lo presienten, ya llevamos siete y está agotado. Tu también. Pero recuerda, ‘cuando tu paras de entrenar, yo empiezo’. Corre, vete a por él. No te importe dejar a Angelo con la palabra en la boca. Es el momento de ganar el combate. La gente te va a enardecer, vas a notar cada pelo de cuerpo de punta. La piel de gallina y en cada golpe que le tires vas a notar como todos empujan contigo. ¡Ali bomaye, Ali bomaye, Ali bomaye’.
Díselo Alí, dile que si todo eso es lo que tiene para golpearte. Mírale, tiene la derrota en su cara. No es la cara que destrozó a Frazier en dos asaltos o a Norton. Es una cara incrédula. No tiene más. Te tira más de 100 golpes por asalto y cuatro o cinco tuyos hacen igual daño. Sigue encajando, fíjate, cada vez está más cansado. Para esto entrenaste hasta el límite y algo más. Sal del rincón, vete al otro. Ahora Alí. Le has alcanzado y le has hecho mella. Su guardia ha bajado un poco. Venga que se descubre. Un gancho de izquierda, mira como le cae la guardia, ¡rápido! el directo de derecha y allá va. Mira esos ojos rendidos mientras cae a la lona. El árbitro cuenta, ocho, nueve y él sólo se ha incorporado. El árbitro hace la señal con los brazos de que no puede. ¡Has ganado! No quiere pelear más, está exhausto. Tranquilo, deja que todo llegue. Deja que te feliciten.
‘Ali bomaye’ no se oye otra cosa. El árbitro levanta tu mano. Eres el campeón, estás en la cima del mundo. De ese mundo que te quiso humillar. Alí mátalo, gritaba la gente. Ahí tienes a todos a tus pies, hasta el rey de la jungla se ha postrado. ¿Y sabes por qué Ali? ¿Sabes por qué todos te adoran? Porque eres el más grande.

Hace 40 años tuvo lugar un evento deportivo que aunó todas las características para calificarlo de planetario. Eso que se lleva ahora tanto.

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EL RING DEL MADISON SQUARE GARDEN

Miércoles, Noviembre 7th, 2007

SÓLO SE SALVA LA CAMPANA

Un buen amigo me avisa de que se sustituyó el histórico ring del Madison Square Garden por otro más moderno. Es una pena pero al menos los aficionados podrán seguir admirando tan legendario escenario en el Salón de la Fama del boxeo en Canastota, al norte de Nueva York.

¿Por qué hablar de ese ring? Porque seguro que son las doce cuerdas que más peleas han albergado y muchas de ellas se encuentran entre las más importantes de la historia del noble arte de la esquiva.

No es podría entender el boxeo sin el Madison y viceversa.

El debut del recinto se produjo el 11 de diciembre de 1925 con una pelea del peso semicompleto. Pero la gran historia del ring y su magia llegó con la derrota de Jack Delaney a manos de Paul Berlenbach.

Joe Louis, Rocky Marciano, Muhamad Ali, Mike Tyson, Jake LaMotta, Sugar Ray Robinson, Oscar de la Hoya, Roberto Durán, Floyd Patterson, Pernell Whitaker, George Foreman o Joe Frazier entre otros muchos campeones. Podría decirse que cualquier boxeador de los pesos medios hacia arriba que se precie ha tenido que boxear en el Madison.

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Ochenta y dos años ha permanecido el histórico ring. Ring único en varios aspectos y en alguna innovación recibida en su larga vida. Su cuadrilátero de láminas de madera era de una solidez extraordinaria. La infraestructura de acero de más de una tonelada de peso no necesitó del más mínimo anclaje de seguridad.

Una de las innovaciones que luego se exportaron a la mayoría de los cuadriláteros fue la adopción de unas luces rojas.

Fue en los albores de la década de los 50. Eugene, ‘El Sordo’ Hairston se había quedado sordo por una meningitis contraída a la edad de un año. Las luces rojas estaban sincronizadas con la campana para avisar al boxeador de que acababan los asaltos.

Sólo quedará una pieza en uso del antiguo ring. La campana. Hay mucha polémica sobre el origen de la misma. Una parte defiende que se hizo a partir del casco de una embarcación. Otra parte dice que es una campana de un barco hundido.

Sea como fuere, seguirá siendo trasladada a la vera del ring minutos antes de cada velada y volverá a ser guardada bajo llave.

Esta vez la campana se ha salvado a sí misma.