PAT METHENY TRIO EN MADRID
Magnífico como siempre el concierto, casi anual, que nos deparó anoche Pat Metheny en el Conde Duque. Esta vez en versión Trio.
Reconozco que es la formación que menos me gusta, aunque eso sea muchísimo, pero como siempre el talento de Pat está por encima de todo.
Está claro que el jazz, no voy a descubrir nada nuevo, se vive y hay que vivirlo en directo. Enlatado no es lo mismo. Por eso quizá ese menor gusto por el trío que en cuanto empiezas a degustar con los músicos en el escenario desaparece.
Tras el saludo de rigor con Rob Eaton, el técnico de sonido de toda la vida de Pat -anda el hombre un poco fastidiado pero ahí estaba al pie del cañón realizando su magnífica y vital función- que tuvo que acoplarse a la nueva ubicación de las tribunas y el escenario en el Conde Duque. A la vista del resultado no tuvo el más mínimo problema, algo que no sorprende.
Practicamente con 5 minutos de retraso apareció Pat en el escenario. Estaba fuertemente resfriado pero practicamente no se noto. La primera media hora fueron tres piezas en solitario. Como siempre, intimista, sensible, delicioso. En el tercer tema, la enésima variante del ‘Into The Dream’ apareció la afamada Pikasso y ello le sirvió de nexo para que aparecieran los dos extraterrestres que le acompañan en la gira, Antonio Sánchez y Christian McBride.
A partir de ese momento fue un desgranar temas del último trabajo, ‘Day Trip’, de Pat con piezas clásicas de su repertorio. Con los típicos pasajes exhibicionistas que suponen los solos en el jazz. Con Antonio Sánchez magistral, tanto en la piezas duras como en las más intimistas donde acariciaba la batería con sus baquetas. Y un McBride abrazado a su contrabajo, sacándole la quinta esencia.
Todo ello trufado de miradas cómplices entre los tres monstruos.
Para terminar un duo con Sánchez brutal. El mexicano no duda en ‘complicarse’ la vida incluso en un trío de jazz donde no se le pide en principio gran cosa. Todavía me cuesta cerrar la boca tras la exhibición. El otro duo, precioso, con McBride terminó de poner al público en pie.
Dos horas y media que se pasaron volando. Un público entregado y las ordenanzas municipales que nos dejaron con un par de narices.
Es la esquizofrenia del paÌs de mierda en el que vivimos. Puede haber fuegos artificiales a las 12 de la noche. Las motitos de los ‘macarras’ campan por sus respetos con los tubos de escape modificados para hacer más ruido. Y no pasa nada. Pero dos o tres bises del mejor guitarrista del mundo no se pueden hacer porque han dado las doce. Hasta que no se empiece a correr a gorrazos a estos politicuchos de mierda no van a aprender. Asquerosos.
Sólo faltaron dos cosas:
1.- Descubrir de qué planeta vienen estos tres extraterrestres.
2.- ¿Donde se dejó Pat su camiseta a rayas?
Magnífico como siempre el concierto, casi anual, que nos deparó anoche Pat Metheny en el Conde Duque. Esta vez en versión Trio.
Reconozco que es la formación que menos me gusta, aunque eso sea muchísimo, pero como siempre el talento de Pat está por encima de todo.
Está claro que el jazz, no voy a descubrir nada nuevo, se vive y hay que vivirlo en directo. Enlatado no es lo mismo. Por eso quizá ese menor gusto por el trío que en cuanto empiezas a degustar con los músicos en el escenario desaparece.
Tras el saludo de rigor con Rob Eaton, el técnico de sonido de toda la vida de Pat -anda el hombre un poco fastidiado pero ahí estaba al pie del cañón realizando su magnífica y vital función- que tuvo que acoplarse a la nueva ubicación de las tribunas y el escenario en el Conde Duque. A la vista del resultado no tuvo el más mínimo problema, algo que no sorprende.
Practicamente con 5 minutos de retraso apareció Pat en el escenario. Estaba fuertemente resfriado pero practicamente no se noto. La primera media hora fueron tres piezas en solitario. Como siempre, intimista, sensible, delicioso. En el tercer tema, la enésima variante del ‘Into The Dream’ apareció la afamada Pikasso y ello le sirvió de nexo para que aparecieran los dos extraterrestres que le acompañan en la gira, Antonio Sánchez y Christian McBride.
A partir de ese momento fue un desgranar temas del último trabajo, ‘Day Trip’, de Pat con piezas clásicas de su repertorio. Con los típicos pasajes exhibicionistas que suponen los solos en el jazz. Con Antonio Sánchez magistral, tanto en la piezas duras como en las más intimistas donde acariciaba la batería con sus baquetas. Y un McBride abrazado a su contrabajo, sacándole la quinta esencia.
Todo ello trufado de miradas cómplices entre los tres monstruos.
Para terminar un duo con Sánchez brutal. El mexicano no duda en ‘complicarse’ la vida incluso en un trío de jazz donde no se le pide en principio gran cosa. Todavía me cuesta cerrar la boca tras la exhibición. El otro duo, precioso, con McBride terminó de poner al público en pie.
Dos horas y media que se pasaron volando. Un público entregado y las ordenanzas municipales que nos dejaron con un par de narices.
Es la esquizofrenia del paÌs de mierda en el que vivimos. Puede haber fuegos artificiales a las 12 de la noche. Las motitos de los ‘macarras’ campan por sus respetos con los tubos de escape modificados para hacer más ruido. Y no pasa nada. Pero dos o tres bises del mejor guitarrista del mundo no se pueden hacer porque han dado las doce. Hasta que no se empiece a correr a gorrazos a estos politicuchos de mierda no van a aprender. Asquerosos.
Sólo faltaron dos cosas:
1.- Descubrir de qué planeta vienen estos tres extraterrestres.
2.- ¿Donde se dejó Pat su camiseta a rayas?
