La imagen habla por sí sola. Que la democracia es el menos malo de lo sistemas de gobierno parece claro. Pero la calaña de nuestros diputados da verguenza ajena y hace replantarse el sistema. Y mucho.
Y sí, vagos y maleantes.
Vagos porque no dan un palo al agua. Llegan tarde o no van.
Maleantes porque nos sangran por no hacer nada. Por no ir y por llenarse los bolsillos con un desahogo y una impunidad acojonantes. Porque buscan el beneficio propio y no el de quienes les votamos. Sólo así se entiende que se plieguen a la disciplina de grupo.
Vuelvo a lanzar una idea que me parece imprescindible para recuperar el buen hacer, las buenas formas y erradicar a toda esta calaña de vagos y maleantes.
El Congreso debe ser ocupado por tantos diputados restando el tanto por ciento de abstención. Cuando el 30 o el 40 por ciento de estos vividores se queden sin poltrona es más que probable que se preocupen por mirar por el ciudadano.
Mientras tanto nos seguirán burlando y timando.
Qué poca verguenza.