
Érase una vez un Dios del golf que amenazaba con dominar como nunca otro Dios hiciera jamás.
Nunca he negado, es más me gusta, que el tipo de vida americano no me parece mal. Pero lo que siempre me ha echado atrás de ellos es la hipocresía vomitiva, la trágica herencia victoriana de virtud, mojigatería y deleznable puritanismo.