Pues parece que han empezado algunos que otros sudores fríos. No me ha gustado nada lo ocurrido después de Alemania. Raikkonen casi hincando la rodilla, Schumacher concediendo la derrota y un triunfalismo desmedido.
Quiero pensar que los árboles de las roturas de Raikkonen y Mclaren no estaban dejando ver el inmenso bosque del dominio McLaren. Incluso pienso que la actitud más conservadora de Fernando reflejaba una superioridad mayor de la real de los coches de Mercedes.
Pero llega Hungría, circuito Renault, y se produce un batacazo de consideración. No temo que Alonso se venga abajo porque es un luchador nato, no. Me da mucho miedo Renault. Lo peor es que ese miedo es ancestral, uno no puede quitárselo así de cualquier manera. Está grabado a fuego en mi memoria histórica. Fue en 1983. Prost tenía el título ganado. Pero un incomprensible desinflamiento de su equipo en todos los aspectos, le costó el título y el despido, apareciendo como el gran culpable ante la prensa francesa. Renault, como es tradición no consiguió evolucionar lo suficiente en el último tramo de la temporada y fue a morir en la misma línea de meta. No estaría de más prepararse para emociones fuertes porque así, tamizaremos bastante los posibles disgustos.
Hay una frase que dice que: “el pueblo que olvida su historia, está condenando a repetirla”. Señores de Renault, pues eso.