5 de mayo de 2006
Fernando Alonso se ha convertido en el enemigo público número 1 de Michael Schumacher y Ferrari. Lo último que debemos hacer en España es seguir el juego.
Fernando ha demostrado que le sobran agallas para hablar de lo que sea y decir lo que piensa. Y eso es bueno, muy bueno.
Ayuda a abrir los ojos y a darnos cuenta de que ciertos comportamientos no llevan a ningún sitio, si acaso a quedar como unos verdaderos pazguatos.
Ferrari se ha pasado las últimas fechas alabando a Raikkonen, cuando tenían la certeza de que no iban a poder fichar a Alonso. Schumacher echa de menos la posible batalla con Button ¡como si no hubiera tenido bastante con la que le dio Fernando en Ímola o Bahrein!. Replica al español que para ganar hay que probar. Pero no especifica que estos años pasados, gran parte de su dominio fue consecuencia de tener unas ruedas a la carta. Los demás equipos Bridgestone salieron corriendo al ver el desesperante trato de favor de los japoneses al equipo rosso. Además recibe la malévola ayuda de lo peor de la prensa alemana.
Alonso, no se ha callado y ha hecho muy bien. Si empezamos a publicar declaraciones sesgadas, no le dejamos vivir tranquilo y se le atosiga más allá de los límites, como si fuera un vividor de los que abunda en este país, nos llevaremos más revolcones como el del viernes. Mejor darse por aludido y aplicarse el cuento. De F1 no nos tiene que enseñar Alonso, eso se aprende en otros sitios, pero de dignidad y amor propio igual sí que imparte cátedra.