Surtees en volandas tras el GP de Bélgica en Spa. Su última prueba con Ferrari.
Le Mans estaba encima. Henry Ford ejercía de Comisario Principal Honorífico e iba a dar la salida. En Ford se encontraron con problemas de última hora con los pilotos. Pero nada comparable al tiro en el pie que se dio Ferrari a unas horas de darse la salida a la carrera.
La frenética primavera con muchas carreras se había cobrado varias bajas. Sobre todo en el bando de Ford con varios pilotos fuera de combate. Al supervisar a todos los equipos, con 8 coches en total a tomar la salida, Leo Beebe era el responsable último de las alineaciones. Si bien él sólo daba el visto bueno, sí que era el encargado de que los mejores estuvieran en sus coches. Hasta 4 pilotos, sobre todo tres de ellos, se cayeron de las alineaciones de Ford. Primero A.J. Foyt al perder una rueda, estrellarse y su coche incendiarse en Fairgrounds, Milwaukee. Sus manos se quemaron al no quedarle otra opción que apoyarse en el fuego para salir del coche. Lloyd Ruby se estrellaba tras despegar su avión de Indianápolis y se partía la columna. Y en el GP de Bélgica, Jackie Stewart sufría un fuerte accidente que le supuso, afortunadamente, romperse sólo un hombro y varias costillas. Además Phil Hill se había ido con Jim Hall para correr con el Chaparral.
Leo Beebe repasó los pilotos que podían estar disponibles. Entre los que no querían, Jim Clark, o sobre los que tenía dudas y tampoco eran demasiado entusiastas de la carrera francesa, Fred Lorenzen, no le quedaban muchas opciones. Beebe decidió contratar a Mario Andretti. La oferta de Ford fue demasiado buena como para dejarla pasar. Tras solucionar el tema de los pilotos siguió con los quebraderos de cabeza de trasladar los 8 coches, 4 motores de reserva, más de 25 toneladas de neumáticos y piezas y más de 100 personas además un trailer de 12 metros. También prepararon su propio equipo médico con un hospital de campaña y con un helicóptero listo para actuar si fuera necesario.
El impresionante aspecto de la nave de trabajo de Ford.
En la parte mecánica había confianza absoluta. Con los datos recogidos en el test de Le Mans del coche de Miles, se construyó un simulador. En él se reprodujeron al segundo cada vaivén, cada cambio de velocidad, las revoluciones del motor en cada momento. Con una serie de accionadores neumáticos e hidráulicos se simularon las presiones ejercidas por Miles en los pedales. En cada parada en boxes se apagaba el motor y se volvía a arrancar. Así día y noche hasta que el motor aguantó 48 horas seguidas de trabajo. Todas las piezas habían pasado por los rayos X para detectar roturas o fatigas. Todo estaba preparado y planificado al milímetro.
Carroll Shelby movió sus hilos para tener a Bruce McLaren en su equipo. Le consideraba muy valioso por su experiencia. No en vano había estado desde el primer día en el coche. El problema de que tuviera contrato con Firestone y no con Goodyear se obvió. Le emparejó con su compatriota Chris Amon en el coche número #2 pintado de negro con las sempiternas rayas blancas.
John Surtees viajó a Le Mans directamente desde Bélgica tras su victoria. El viaje le sirvió para concentrarse en la carrera. En qué táctica utilizar asumiendo que no eran los favoritos. Algo que se encargó de decir Enzo Ferrari en una entrevista previa. Cuando el equipo se reunió en Le Mans, 12 hombres, John les expuso el plan que se debía de seguir. El británico creía que la única forma de batir a los Ford era jugar el papel de liebre desde la salida. Su teoría consistía en que los Ferrari eran superiores mecánicamente y podían ser pilotados cerca del límite. Si lograban cebar a los Ford, los podían inducir a averías, problemas y a desmoralizarlos. Por supuesto él sería la liebre. Estaba dispuesto a sacrificarse por el equipo, el resto adoptaría un ritmo más conservador, en pos de la victoria de Ferrari. Tras la primera jornada de libres el récord de vuelta había caído. Dan Gurney lo dejó en 3m33,3. Surtees estaba a tres segundos pero sin haber tirado a tope aún. Pero al día siguiente empezó la derrota de Ferrari al saltar el equipo por los aires.
Ludovico Scarfiotti en 1966.
Cuando John Surtees llegó por la mañana encontró el nombre de Ludovico Scarfiotti pintado en su coche. Ludovico era el sobrino de Gianni Agnelli. Debido a su estado, Surtees había accedido a que Scarfiotti fuera el piloto reserva en su coche. El británico se fue a por Dragoni. Le preguntó que por qué estaba Ludovico en su coche. Eugenio Dragoni le contestó que quizá él no estaba recuperado del todo y que Scarfiotti iba a comenzar la carrera. Surtees no fue capaz de entender que desde dentro del equipo se torpedeara la estrategia. Dragoni le dio la razón. Gianni Agnelli iba a estar en la salida y el jefe de equipo, como pelota irredento, como el mediocre deleznable que fue, iba a felar con fruición al dueño de FIAT, haciendo que su sobrino tomara la salida de Le Mans. El tono de la discusión subió y Surtees tiró el órdago. Le dijo que si el hombre más rápido del equipo no comenzaba la carrera, él, iría contra los intereses del mismo. Y le terminó diciendo que estaba harto de ser saboteado con decisiones sin sentido por lo que mejor que no contara con él. Se dio la vuelta y se marchó.
La noticia corrió como la pólvora por el paddock. Pero nadie podía creerla. Que Surtees renunciara a correr en Le Mans era como que Michael Jordan no quisiera jugar un séptimo partido en la final de la NBA. Surtees le puso un mensaje a Ferrari pero no obtuvo respuesta directamente. Sí en la prensa en la que Ferrari dijo que si Dragoni había tomado esa decisión, tendría una buena razón para ello. El diálogo se produjo con la prensa de por medio. Surtees sabía que debía irse a ver a Ferrari cuanto antes. En la pista Dan Gurney se hacía con la pole con 3m30,6 con Miles a 1,1s y el mejor Ferrari en 4ª posición en 3m33. Las cartas estaban sobre la mesa y Ferrari se había desecho de su as para cambiarlo por un 7. Y por poco no le pasaron el as al enemigo. Carroll Shelby intentó ficharle aunque Surtees ignoró la nota que se encontró en la habitación de su hotel.
CAP 2.- HENRY FORD II, THE DEUCE
CAP. 7.- HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD
CAP. 14.- LAMIENDO LAS HERIDAS
CAP. 15.- RECUPERANDO EL PULSO
CAP.16 .- PIEDRAS EN EL CAMINO
Surtees no tuvo otra salida que irse de Ferrari.
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