Briggs Cunningham con su Ferrari
A finales de 1945 Enzo Ferrari recibió la visita de Luigi Chinetti. Un doble vencedor en Le Mans y un visionario. Le dijo a Ferrari que, aún todavía en guerra, el ansia por los coches en Estados Unidos era increíble. Y que tenía que fabricar coches para venderlos allí. Se había empezado la casa por el tejado, pero ¡qué casa terminaría siendo aquella! Ferrari tardaría aún dos años en tener un coche propio. Con problemas graves de racionamiento, con muy poca electricidad, seguir adelante fue difícil en la posguerra europea.