29 de mayo de 2006
A mitad de siglo, cuando el Campeonato del Mundo echaba a andar, un hombre sembraba el terror en las pistas con su conducción ‘poco respetuosa’ hacia sus rivales. Con unos coches en el que más mínimo incidente te costaba la vida, sus intimidatorias maniobras le valieron para hacerse con muchos triunfos. Fue el primer Campeón del Mundo, Giuseppe Farina.
Michael Schumacher escribió con la más deleznable de las letras en su sucio historial, una línea más que debería bajarle de los altares a los que nunca debió subir.
El primer incidente que dejaba entrever lo que se traía entre manos este soberbio individuo ocurrió en Macao. Allí bloqueó descaradamente un intento de adelantamiento por parte de Mika Hakkinen que se empotró contra la trasera del coche del alemán. En 1994 no quiso ver una bandera negra en Silverstone, lo que le valió una sanción que permitió a Damon Hill disputarle el título en la última carrera en Adelaida. Allí todo iba bien hasta que Hill empezó a acercársele. Dando muestras de su gran Talón de Aquiles, la presión, se salió y golpeó el muro. Volvió a la pista y cuando Hill se disponía a pasarle le cerró descaradamente quedando ambos fuera de combate. El título era suyo.
Tres años después, de nuevo por varios errores propios, Villeneuve llegó a Jerez con opciones de ganar el título. El canadiense intentó un adelantamiento al límite y el alemán repitió la jugada de Adelaida. Esta vez el tiro salió por la culata y el que se quedó fuera fue él. Le quitaron los puntos de ese año en una sanción ridícula para un reincidente.
Así pasó. En 2000, en Spa, Mika Hakkinen volvió a probar la misma medicina de Macao en sus tiempos mozos. En la recta que muere en Les Combes el finlandés intentó pasar al de Ferrari. Éste le repitió la reprobable y sucia maniobra de bloquearle el adelantamiento una vez realizado el movimiento. Afortunadamente. Mika reaccionó y evitó lo que podía haber sido un gravísimo accidente saliéndose por la hierba. El finlandés recuperó el terreno perdido en una vuelta y le dio una de las pasadas más impresionantes de los últimos años en el mismo sitio. La humillación al soberbio alemán fue espectacular.
Entre medias quedan maniobras más que intimidatorios de las que no se ha salvado su hermano, que merece un capítulo aparte.
El año pasado, muy difícil para él por los problemas de Ferrari, provocó varios incidentes por la misma razón. Heidfeld en Australia o Pedro en Bahrein sufrieron las burdas maneras barriobajeras de Michael.
Y llega Mónaco, presión a tope, y de nuevo la cabeza le hace crack. Sólo con ver las imágenes es más que sospechoso. Con la nota de los comisarios no cabe la menor duda. Esta es la parte oscura del gran campeón que no merece su puesto en el olimpo. No por la maniobra, reprobable, si no por la soberbia y altivez con la que ha defendido lo indefendible.