Como no podía ser de otra manera, el GP de Alemania se vio ensombrecido por otro escándalo. Por un lado, de nuevo las miradas contra la FIA y la absurdez de muchos de los puntos del reglamento. Por otra la torpeza manifiesta de Ferrari, provocada por la rebeldía de Massa, que llevó a escenificar un sainete digno del mejor de los premios en cualquier corrala de postín.