El GP de Japón iba a cerrar la temporada. Dos hombres y un título. Uno lanzado, James Hunt. El otro convaleciente, Niki Lauda. Un equipo, McLaren, en forma y en el mejor momento de la temporada. Otro, Ferrari, luchando contra los problemas. Quince carreras quedaban atrás y todo se iba a decidir en la última.
Era el GP inaugural en Japón. Un país, y un mercado, que había apostado muy fuerte por la F1. Fechado en octubre, la influencia de la lluvia podía ser importante. Y así se preveía de cara al domingo. Pero se esperaba lluvia no, literalmente, lo más parecido al diluvio universal.
Mario Andretti confirmaba la mejoría de Lotus batiendo por la pole a James Hunt. Niki Lauda era tercero con John Watson al lado. Y llegó el domingo.
La niebla y la lluvia reinaban en la zona de Yokohama. Los pilotos estaban reunidos en la primera planta de la torre de control. La reducida visibilidad les dejaba ver parte de la inundada recta de meta. En la misma en la que no hacía mucho rato, habían sufrido aquaplaning y problemas con sus motores al acelerarse las ruedas en el agua durante el warm-up. Una frase de John Watson resume la situación a la perfección: ‘Eramos como un grupo de lemmings. Veíamos las condiciones pero somos pilotos de carreras, haya las condiciones que haya’.
Se acercaba la hora de la salida, 13:30, y seguía lloviendo y la niebla no levantaba. Los pilotos empezaron a ponderar la posibilidad de no correr. Había un acuerdo casi unánime. Pero Brambilla y Regazzoni, sí el compañero de Lauda, dijeron que ellos estarían en la parrilla de cualquier manera. Esa duda hizo que Peterson, Stuck y Pryce decidieran que también tomarían la salida. La falta de acuerdo entre los pilotos no es cosa de nuestros días, tampoco.
James Hunt se acercó a Lauda y le dijo: ‘Creo que la carrera debería de ser retrasada a otro día. Pero si se corre hoy, yo estaré en la parrilla’.
Lauda estaba cansado. Los ojos muy rojos. El warm-up le había agotado. Al volver de Estados Unidos se había sometido a unas operaciones para recuperar la funcionalidad de sus párpados. Éstas no habían sido totalmente satisfactorias y el austriaco tenía problemas para parpadear. En condiciones de seco, el problema era llevadero. Pero con la niebla y la lluvia, la situación se había convertido en un suplicio para Lauda. Sentado en un rincón de la sala, Niki estaba con sus pensamientos. Cansado, con los ojos doloridos, vio como se abría la puerta y un operario del circuito les comunicaba que había dejado de llover.
Los comisarios de puesto, de boxes, todo individuo susceptible de coger una escoba estaba en la pista quitando el agua. La nueva hora de comienzo de la carrera eran las 15:00. La televisión mandaba e iba a haber GP ese domingo. Brambilla encabezó la fila de pilotos que, con más o menos resignación, se dirigían a sus boxes. Lauda salió el último sin prisa. Quizá ya había tomado la decisión.
Los pilotos entraron en modo de carrera. Todo transcurrió muy rápido y cuando se quisieron dar cuenta estaban en la parrilla empezando a dar la vuelta de calentamiento. Todos con gomas de agua. Hunt salió bien, encontrando unos centímetros de agarre en el centro de la pista. Watson le seguía y Lauda se colocaba tercero. En la parte de atrás del circuito, Hunt casi perdía el control de su McLaren al flotarle, literalmente el monoplaza. Y además Watson le atacaba.
Detrás Lauda tenía problemas en la recta con su Ferrari amenazando con irse hacia las protecciones. ‘No veía gran cosa, estaba atenazado por el pánico’
Dos vueltas y Hunt pasaba cuarto. Poco después Watson le pasaba mientras Hunt se mantenía en el mínimo carril que se había formado, y el de Penske sufría un trompo.
En la tercera vuelta se produjo el acto de valentía más grande, quizá, de la F1. Y también de consciencia. Lauda entraba en boxes. Los mecánicos se acercaban al coche para saber qué problema había. Unos simples gestos de Lauda hicieron que se apartaran. Niki se desabrochó los arneses y con ellos se abrochó a la vida. Nada es más importante que ella. Y Lauda lo había asumido.
Hunt necesitaba ser cuarto y tras 10 vueltas dominaba el GP con nueve segundos de ventaja. Mientras Lauda se dirigía al aeropuerto.
En la vuelta 20 los paraguas desaparecieron de las gradas. Brambilla atacaba a Hunt y, como Watson, trompeaba. La pista se secaba y las gomas de agua empezaban a sufrir.
A mitad de carrera Hunt seguía confortablemente en cabeza con Jochen Mass, su compañero de equipo, como escudero. El día se empezó a aclarar tanto, que el Monte Fuji apareció majestuoso para saludar a los héroes. Pero la carrera no tenía ninguna emoción. A falta de 20 vueltas todo iba a cambiar. Mass había desaparecido al verse sorprendido en una zona húmeda e irse fuera de pista.
Hunt empezó a notar que su rueda delantera derecha empezaba a no agarrar. El dilema se apoderó de Hunt. ¿Parar, no parar? Él no tenía mayor idea de la situación de carrera. Sabía que estaba primero pero no sabía cuanto podía perder si paraba. James esperó a que desde el muro le dijeran algo. Depailler empezaba a acercarse, Andretti también. Cada paso por meta, Hunt miraba ansioso al muro. Gesticulaba, pero nadie parecía darse cuenta. Y las nubes volvieron reduciendo la luz. En el muro pensaban que él sería el más indicado para saber cuando entrar. Para poner la situación más complicada, una de sus ruedas traseras sufrió un pinchazo lento. El McLaren tocaba con el fondo en varios sitios. Pero Hunt seguía esperando.
Y en esa espera perdió dos posiciones. Con Depailler y Andretti. En la vuelta 64 Regazzoni le acosaba. Poco después uno de los neumáticos de Depailler pinchaba y, aunque lograba llegar a boxes, perdía mucho tiempo. Andretti era líder.
A punto de cumplir la vuelta 68, en la recta de meta, cerca de la entrada a boxes, la rueda delantera derecha de Hunt se desintegró. El británico se tiró al carril de boxes. Unos segundos más tarde tendría que haber dado una vuelta completa. Despacio.
Los mecánicos se abalanzaron hacia el McLaren pero el gato no entraba para levantar el coche. Howard Moore, uno de los mecánicos, levantó el coche en vilo y lo mantuvo hasta que se cambiaron las ruedas. Regazzoni pasaba por meta. Alan Jones también. Depailler incluso que venía remontando. Hunt volvía a pista pensando que el título se había esfumado. Quedaban cinco vueltas. La rabia que había mostrado en Canadá volvió al británico y se lanzó como un kamikaze.
Al pasar por boxes le pareció ver que estaba sexto en la pizarra del box. En realidad era quinto. Pero las condiciones de la carrera habían hecho muy difícil seguir el vuelta a vuelta. De todas maneras el quinto no le valía de nada.
Hunt, a un ritmo altísimo, cazaba a Regazzoni y Jones. Éstos iban conservando gomas y no pudieron hacer nada por contener al de McLaren. Quedaban dos vueltas. En los boxes la situación era desquiciante. Los equipos chequeaban los vuelta a vuelta. Andretti había doblado a todos. Hunt se acercaba a Depailler. Pero todos, excepto el Italo-americano, iban a dar una vuelta menos. Hunt volaba para coger al francés. En la recta apuraba sus marchas hasta la línea roja. Recortaba distancia al Seis Ruedas pero todavía le faltaban 15-20 metros. Veía la bandera a cuadros. Doce metros. Andretti había ganado y Hunt no había podido cazar a Depailler. Pensaba que era cuarto. Llegó a boxes lleno de rabia. Al llegar a la altura donde estaban
sus mecánicos no reparó en nada. Sólo dio un acelerón hasta el límite antes de dejar morir el motor que le había aguantado las últimas vueltas maltratado al límite. Un gesto de rabia.
Hunt insultaba y gritaba a Teddy Mayer. Seguía sin entender porqué no le habían llamado antes para cambiar las gomas. Los mecánicos le daban palmadas mientras Mayer retrocedía ante las amenazas de Hunt. Entonces los mecánicos le levantaron en volandas y Hunt por fin escuchó a Mayer que le decía: ‘Eres tercero, has ganado, lo has hecho’. Hunt pidió un trago, sonrió, pero no terminaba de creérselo. Se calmó y se unió para comprobar los vuelta a vuelta. Poco a poco se dio cuenta de que era el nuevo campeón.
La fiesta fue épica. Tanto que en su libro autobiográfico, el capítulo dedicado al campeonato se tituló: ‘La Resaca más famosa del mundo’.
Mientras al mediodía, Enzo Ferrari recibía una llamada desde el aeropuerto de Tokyo. Era Niki Lauda que le explicaba su decisión. Ferrari le entendió pero su apoyo fue frío. Lauda así lo notaba desde que tuvo que pasar un chequeo médico en Monza. Siempre sospechó que había sido Enzo el que había forzado la situación. Como si para Ferrari, Lauda hubiera muerto aquel 1 de agosto en Nurburgring. Tras aquello, el piloto que sería el precursor de lo que hoy conocemos como el piloto atleta, completamente entregado a su profesión, decidió que la vida era más importante que cualquier otra cosa.
Le preguntaron a Hunt sobre si pensaba que la retirada de Lauda era porque estaba acabado. James, que le conocía desde los tiempos en que habían luchado en la F3, fue claro. ‘En un día como hoy puedes ganar a Niki, con un poco de suerte. Pero de acabado nada. Volverá’
Así, por un punto, Hunt ganó el título de 1976. El año en que el más valiente lo fue por reconocer que tuvo miedo. El año que para muchos, es el más dramático de la historia de la F1.
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Buen serial, había esperado a leerlo mas a fondo antes de ver Rush. Emotiva historia la de este año, con grandes gestos y con la basura habitual del lado obscuro. En cuanto a la pelicula me ha gustado mucho, ha reflejado bastante bien el espiritu y esta muy bien hecha.
Eduardo, lo veo en cuanto llegue a casa. gracias.
Cies, muchas gracias
Muy buena serie, tanto que aunque ya conocía mucho sobre esta historia aun así me has aportado cosas que no sabía.
Asias.
http://www.youtube.com/watch?v=57vJb_DGZe8
Aquí también nos lo explican desde otro punto de vista.
Aunque sinceramente prefiero el tuyo.
Te sigo Charly
Maestroooo, no hay que olvidar que vamos a ver una película. Si no éstaríamos hablando de un documental (Senna). Creo, en cualquier caso, que no va a defraudar
Mr_Chon, muchísimas gracias. En dos horas de peli es lógico que no quepa todo. Es imposible. Lo importante es que se refleje la personalidad de uno y de otro.
No está mal la comparación de Hunty Lauda
He terminado de leer hoy las ocho partes. Ha sido un resumen excepcional de la temporada 1976, y dudo que la película de Howard cope ni el 25% de los hechos que has relatado en este serial. Como gran fanático de la F1 pre-1994 te agradezco mucho tu esfuerzo. Mi admiración por esta temporada es el contraste entre dos personalidades muy diferentes. Creo que Lauda fue un alemán muy británico, y Hunt un británico muy latino. Un saludo(Mr_Chon)
Gracias por rememorar aquella vibrante temporada, tengo muchas ganas de ver Rush y ver como lo han reflejado. Espero que no se tomen demasiadas licencias, la historia real es lo suficientemente buena como para necesitarlas. Aunque supongo que habran resumido muchas cosas.