Fue un final un poco decepcionante. Cualquier carrera que acaba bajo bandera amarilla, no digamos roja, siempre tiene un punto de amargura. De lo que pudo ser y no fue. De lo que nos perdimos. Claro que la dulzura que, aún hoy, saboreamos tras la actuación de Alonso la hizo más que llevadera. Esto es un somero desmenuce de su antológica actuación.