Si alguien tenía dudas de que uno de los grandes cánceres del automovilismo mundial, un depravado sin parangón, admirador de los fascismos, desahogado caradura y aprendiz de Maquiavelo, iba a hacer mutis por el foro y dejarnos vivir en paz, hoy se le habrán disipado por completo.
Max Mosley, si bien anuncia que se marcha el 23 de octubre, y ahí podía haber quedado la cosa y todos tan contentos, no ha perdido la oportunidad de echar un jarro de agua fría a todos los aficionados de bien.
JEAN TODT
Y lo ha hecho proponiendo como sucesor a uno de los individuos más frentistas, polémicos y menos diplomáticos que se recuerdan. Jean Todt. El pequeño Napoleón. Aquel que intimidaba con su paseíllo al resto de equipos cuando Michael Schumacher se acercaba a doblar a otro piloto. Aquel que persiguió y buscó la denuncia de todos sus rivales para que fueran sancionados. Aquel que dirigió con mano de hierro Ferrari y que tardó en irse aferrado a su cargo y a su jersey de lana y que terminó tarifando con Luca Montezemolo.
Por supuesto que no podía ser otro el candidato de un pendenciero. No más que otro pendenciero. Otro elemento barriobajero que traería otro periodo dictatorial, con enfrentamientos, polémica, en un palabra, más de lo mismo, más mierda.
Lo malo es que es el candidato oficialista, lo malo es que Vatanen tiene el apoyo de los sin voto.
Por tanto no sería de extrañar que de salir Todt elegido, se produzca un cisma, de una vez por todas, en la cúpula del automovilismo mundial para frenar a tanto fascista, depravado, dictadorcillo de tres al cuarto y corruptos vividores que nos roban el dinero de nuestras licencias y lo que es peor, nos roban el deporte de nuestros sueños.
Estos desgraciados no paran de ir a lo suyo jodiendo la marrana.