
Hay momentos claves en la vida que cambian muchas cosas. En el deporte, detalles que condicionan un partido, una carrera, una temporada entera.

Hay momentos claves en la vida que cambian muchas cosas. En el deporte, detalles que condicionan un partido, una carrera, una temporada entera.
No voy a escribir gran cosa sobre el caso de la semana o del año. Cierto es que me he reído mucho con el tema pero cuando escarbas y el polvo se asienta, la sensación en el fondo es de indignación. De compañeros engañados, de compañeros que han perdido el tiempo sólo porque un mierda, tío o tía, ha decidido vivir otra vida amparándose en la buena fe de la gente, sus ambiciones, sus debilidadesy el anonimato de internet.
Os pongo el enlace al magnífico, como siempre, post de Karnaplosky en Paranerdos.
No vi la ceremonia de apertura de los Juegos. Son fastos que nunca me han atraído y menos en estos Juegos manchados por la dictadura china, la sangre del Tibet, etc.
Al menos parcialmente estoy boicoteando a mi manera estos Juegos vergonzosos desde su adjudicación a China. Pekin o Beijing no cumple ni de lejos los requisitos mínimos requeridos en cuanto a contaminación como mínimo. Eso debería ser suficiente para que no se les hubiera dado los Juegos.
Manda narices que Madrid perdiera los de 2012 porque un miembro del Comité se equivocó al votar, ¿para cuando el control antidoping o de alcoholemia a los miembros del COI?, y porque un desgraciado de la realeza europea, para más pistas de Mónaco, le dio por preguntar por los atentados. Al muy ruín.
Se le dieron los Juegos a China con la promesa, a muchos se les olvidó que estaban tratando con dictadores, del aperturismo, del fin de la censura y los buenos deseos, y bla bla bla.
Qué bonito como eyaculaban como berracos todos los que había visto la Ceremonia de Apertura. ¡Qué maravilla!, ¡Insuperable¡
Pues ahí tienen la maravilla. Una mentira cochina, un montaje y una verguenza.
Resumiendo. Que les han engañado como a chinos. Permítanme dentro de éste despropósito que son estos Juegos, que me marque una sonora carcajada ante el ridículo que han hecho todos. Eso sí, inmediatamente vuelvo a mi indignación para con el pasteleo que se tiene, no con China, si no con sus asesinos dirigentes.
Como siempre. La puta pela, es la puta pela.