La verdad es que no me apetece mucho hablar de Lorenzo. Es un tipo que no me importa lo más mínimo aunque un domingo tras otro se empeña en llamar mi atención. Siempre me digo que ya ha llegado al tope de despropósitos. Pero al domingo siguiente se supera.
Las derrotas psicológicas que le está infringiendo Rossi son verdaderos masters de los que no parece aprender. Está muy bien eso de hablar en plural. Está muy bien eso de que voy a atacar en todos los sitios. Pero al final, lo que queda es el resultado final.
SOBERBIA
Un tipo que no le ha empatado a nadie, tuvo que esperar a que Pedrosa subiera de categoría para ser él campeón, llega al mejor equipo hoy por hoy, gracias a Rossi, con la mejor moto, gracias a Rossi, y sin respetar a nada ni a nadie, una constante en su carrera. A pesar de ello se lanza a la yugular de Rossi dando a entender que si Valentino gana él también puede hacerlo.
¡Animalito! Los revolcones que le está dando ‘Il Dottore’ son de verdadero órdago y además de un nivel casi humillante. Y sin el casi.
Rossi es un monstruo superlativo. Se la ha ido a devolver en la misma curva en la que Lorenzo le había pasado poco antes. Le ha ganado el sitio. Y donde Valentino plegaba velas y esperaba una mejor ocasión, Lorenzo se llenaba de soberbia, no cedía, se iba un poco de trazada y su rueda delantera decía basta atragantándose de tierra. Luego llegaban los gestitos de desesperación, las disculpas al equipo y la afición con ese tufillo de falsedad que tiene todo lo que hace.
Puede que acabe en Ducati, tendrá mucho dinero pero está por ver si es capaz de hacer esa moto ganadora, puede seguir en Yamaha, y de una vez por todas aprender a discernir cuando hay que luchar por una victoria y cuando la victoria es acabar, Bautista hoy por ejemplo, o, a pesar de lo dicho, podría ir a Honda, aunque parece que allí no es muy bien venido.
Un vencedor puede ser o no humilde. El deseo de demostrar la superioridad suele ser indomable, comparemos a Rossi y esa bestia parda que es Bolt. Pero cuando no ganas ni a las chapas, esa altivez es patética.
Sobre la paciencia me quedo con la tercera acepción del diccionario de la RAE: “Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”.
Pues eso.