No sé si alegrarme o no por la ausencia de Michael Schumacher. Por una parte tenía razones de peso para alegrarme de su retorno. Por otro, lo más mínimo. Ya he comentado mil veces que las simpatías que me produce Michael son nulas y que su actitud en pista siempre me pareció deplorable.
El caso es que no vuelve, en vez de un retorno tenemos el retor-no.
Seguro que no hay nadie más en el mundo que el propio Michael al que le apena la noticia. Pero puestos a buscar tres pies al gato, y si no alguien te ayuda a buscarlos aunque no quieras, hay cosas algo inexplicables. Principalmente el retraso en anunciar que tiraba la toalla.
En el post anterior comentaba que ningún gimnasio puede simular el stress que impone la batidora en que se convierte un cockpit. Schumacher probó con un coche de 2007 y con ruedas de GP2. Me cuentan que se bajo con un dolor de cuello increible. Pocos habian visto a Schumacher sufrir así. En ese momento Michael debió darse cuenta de que no estaba y que no iba a estar a punto para pilotar un F1.
CUELLO
Cualquier piloto que llega a la F1 sabe que su cuello crece unos dos centímetros de ancho. Es el tributo que hay que pagar a las casi 5g que se encuentran los pilotos en la máxima categoría. Incluso los recién llegados siempre se quejan, bien en pretemporada o cuando debutan, como comentó Alguersuari, del mismo sitio, el cuello.
El accidente de moto en Cartagena fue de consideración y las lesiones de importancia. ¿No sabía esto Ferrari? Me cuesta creer que no. Me cuesta creer que después del test y de los problemas que tuvo Michael se siguiera adelante en una busqueda de una solución que reqiuere tiempo. Pero no dos semanas, bastante más. Si Schumacher después de su caída hubiera buscado una recuperación para volver al más alto nivel, seguro que no habría tenido más que los problemas habituales de la inactividad. Pero con el cuello tocado y debil por la falta de ejercicio extremo parecía muy difícil llegar a buen puerto.
Un tipo como Schumacher, enfermo del fitness y que elevó la preparación física a límites casi científicos debería haber sido connsciente desde el primer momento de que no iba a llegar.
FERRARI
Puede haber sido una maniobra de Ferrari. Al fin y al cabo ha sido una manera de mantener a la casa italiana en el foco central de la F1. Y en parte creo que es así porque las declaraciones de ayer de Montezemolo sobre que quiere un tercer coche para Schumacher el año que viene ya rayan la locura. Parece querer exprimir la gallina hasta el límite.
Lo que está claro es que la renuncia de Schumacher ha sido un palo grande para todo el mundo. Para los promotores de Valencia porque esperaban otro último arreón con la presencia dela lemán y la posible presencia, finalmente, de Renault y Alonso. Ferrari porque todo el foco iba a seguir iluminandoles a ellos únicamente. Y al público que tenía un aliciente tremendo y la posibilidad de ver a 4 campeones en pista.
Eddie Jordan decía ayer que Ferrari había intentando reclutar a Alonso pero que Renault no lo había permitido porque tiene esperanzas fundadas en que les levanten la sanción. Si esas esperanzas residen en parte en la defensa que pueda hacer la Federación Española con Carlos Gracia al frente, mejor echarse a llorar y cruzar los dedos. Sí, es el mismo impresentable que se permite criticar de manera alevosa la decisión de Ferrari de subir a Badoer en vez de Gené. Nos podía parecer más lógico, normal, lo que queramos. Pero si Ferrari ha tomado esa decisión por algo será. Al individuo que se sienta en el sillón más importante de la Federación, le debería de importar tres cominos lo que haga Ferrari, Force India o La Escudería El Galletón. Como mucho puede decir que le hubiera gustado la presencia de Gené, etcetera. Pero no, acoplado a su reino de taífas, se cree que todo el monte es orégano y que está en poder de la verdad absoluta. Yo que Renault no les dejaba entrar.
Consecuencias del retor-no de Schumacher. Ahora habrá que ver cuando se retoma el circo. ¿Para Spa, para Monza quizá? ¿O no veremos a Schumacher esta temporada?. El retorno tendrá que esperar. Igual para siempre.