ENTENDIENDO AL MITO
Hace 30 años fallecía, un ocho de mayo, Gilles Villeneuve en Zolder. Pocos pilotos han sido capaces de dejar una huella tan profunda como la hollada por el canadiense en su corta carrera en la F1. Su único deseo fue ganar. Nunca se rindió, siempre dio todo lo que tenía luchando por la primera plaza o por la última. No tuvo límites al volante y fue un exquisito competidor que nunca tuvo reparos en reconocer sus errores. Desde entonces, el número 27 es sagrado en la F1.