Mira tú por donde que la gilipollez supina no es algo exclusivo de, básicamente, los políticos sopla gaitas y analfabetos de éste país y de quienes los sustentamos como borreguitos camino del matadero.
Resulta que muchos papás británicos se han escandalizado porque el actor que interpreta a Harry Potter ha enseñado su torso desnudo. ¡Horror! no sólo eso si no que, en una obra de teatro que estrenará en breve, aparecerá como su mamá le trajo al mundo. Sí, no crean que de otra manera, en pelota picada o en cueros, como más les guste. Rediós.
Argumentan, torpemente, que el actor se ha convertido en un mal ejemplo, o algo así, para sus hijos.
Qué alivio. De verdad. Qué liberación. Recuerdo hace muchos años la que se montó en los EEUU al aparecer Julie Andrews enseñando sus pechos en una película. Qué coño, ¡sus tetas! Que vasta lección de anatomía para aquellos infantes que descubrieron que Marie Poppins tenía glándulas mamarias como las de su abuelita, su mamá o su novia llegado el caso. Qué gran favor a esa generación americana tan devastada e hipócrita con el puritanismo. Y algunos se quejan de ciertas reglas moritas. Claro que ante el dicho de que “la mujer puritana, la más puta en la cama”, pues ya me entenderán.
Pues en las islas ocurre lo mismo. No estaría mal, en un país donde el número de embarazos no deseados entre las menores sigue galopando sin control, que éstas supieran que Harry Potter tiene una minga en la entrepierna. Minga similar, pulgada más o menos, a la de todos los infantes que revolotean a su alrededor. Y no estaría mal que las alertaran ante la magia que estos desplegarán, como si de Harry Potter se tratara, para, como cualquier hijo de vecino, picar el bonobús. No estaría mal no. En fin, que cada uno tiene lo suyo.