Corría el año 1989 cuando me presentaron a Ove Andersson. Fue en Estoril durante las verificaciones del Rallye de Portugal de aquel año. El peregrinaje siguiendo a Sainz por España había subido de categoría. Ahora era el Mundial y Portugal era una cita más que obligada. No en vano era uno de las pruebas míticas del campeonato.
Era un hombreton enorme. Debería rondar el 1,90 o más. No cumplió con el simple trámite de saludar asépticamente sin más. Se interesó por de donde veníamos, si íbamos a seguir todo el rallye y me dejó pasar a su motorhome para saludar a Luis Moya. Nos emplazamos para vernos en Viana do Castelo pero no volvimos a coincidir hasta el año siguiente en una situación curiosa.
Era un hombreton enorme. Debería rondar el 1,90 o más. No cumplió con el simple trámite de saludar asépticamente sin más. Se interesó por de donde veníamos, si íbamos a seguir todo el rallye y me dejó pasar a su motorhome para saludar a Luis Moya. Nos emplazamos para vernos en Viana do Castelo pero no volvimos a coincidir hasta el año siguiente en una situación curiosa.
A PIE DE TRAMO
A Ove le gustaba ir a ver los tramos in situ. Circulando por esa diabólica Sierra de Arganil, vimos un Lexus enorme parado en la cuneta. Paramos y cual sería nuestra sorpresa cuando allí estaba Ove, con su esposa Marion, empezando a cambiar una rueda que había pinchado. Me reconoció enseguida y nos pusimos manos a la obra. Nos pasó la frecuencia de radio del equipo Totota y la de Lancia y le seguimos. Gracias a él nos dejaron pasar hasta la cocina en un tramo.
Luego coincidí con él en Carreras de Campeones, más rallyes y ya se convirtió en obligación saludar a Ove y que me contara cualquier novedad. En el Rallye de España de 1992 me abrazó como a otros muchos tras la impresionante victoria de Sainz sobre Kankkunen que a la postre sería vital para que Carlos sumara el segundo título. Tras el desastre de 1995 en Cataluña, Ove abandonó con los ojos vidriosos el Parque Cerrado tras ser excluidos sus coches por una trampa, no volvía a coincidir con él hast mucho tiempo después. Nunca supe si estaba al tanto de la trampa o no. Me hubiera gustado estar en Gran Bretaña para habernos consolado mútuamente cuando Sainz vio como se le escapaba su tercer título aquel día maldito.
Tampoco le pregunté por la trampa en 2003 en Jerez. Allí y al mando de un equipo, ahora de F1, seguía con la misma ilusión. Hizo un gesto de sorpresa al verme en un mundo tan parecido pero tan distinto a los rallyes. Charlamos un rato y nos despedimos.
A Ove le gustaba ir a ver los tramos in situ. Circulando por esa diabólica Sierra de Arganil, vimos un Lexus enorme parado en la cuneta. Paramos y cual sería nuestra sorpresa cuando allí estaba Ove, con su esposa Marion, empezando a cambiar una rueda que había pinchado. Me reconoció enseguida y nos pusimos manos a la obra. Nos pasó la frecuencia de radio del equipo Totota y la de Lancia y le seguimos. Gracias a él nos dejaron pasar hasta la cocina en un tramo.
Luego coincidí con él en Carreras de Campeones, más rallyes y ya se convirtió en obligación saludar a Ove y que me contara cualquier novedad. En el Rallye de España de 1992 me abrazó como a otros muchos tras la impresionante victoria de Sainz sobre Kankkunen que a la postre sería vital para que Carlos sumara el segundo título. Tras el desastre de 1995 en Cataluña, Ove abandonó con los ojos vidriosos el Parque Cerrado tras ser excluidos sus coches por una trampa, no volvía a coincidir con él hast mucho tiempo después. Nunca supe si estaba al tanto de la trampa o no. Me hubiera gustado estar en Gran Bretaña para habernos consolado mútuamente cuando Sainz vio como se le escapaba su tercer título aquel día maldito.
Tampoco le pregunté por la trampa en 2003 en Jerez. Allí y al mando de un equipo, ahora de F1, seguía con la misma ilusión. Hizo un gesto de sorpresa al verme en un mundo tan parecido pero tan distinto a los rallyes. Charlamos un rato y nos despedimos.
DESTINO
Hoy ha saltado la noticia. Ove ha perdido la vida en un rallye de clásicos en África. El África que tanto amaba porque era un defensor de los rallyes duros. Él que corrió en condiciones de seguridad casi inexistentes ha perdido la vida, que ironía, pilotando uno de los clásicos con los que se convirtió en leyenda del Mundial.
Hoy ha saltado la noticia. Ove ha perdido la vida en un rallye de clásicos en África. El África que tanto amaba porque era un defensor de los rallyes duros. Él que corrió en condiciones de seguridad casi inexistentes ha perdido la vida, que ironía, pilotando uno de los clásicos con los que se convirtió en leyenda del Mundial.
No hace falta aquí enumerar los éxitos como piloto o como Jefe de Equipo.
Sólo quiero remarcar la última anécdota que me contaban de él la semana pasada. A proposito de la dureza que había habido en el último Rallye de Grecia. Había habido muchas quejas y Andersson, calmado y reflexivo como siempre, sólo dijo. “Y más que debería haber” Para un piloto como él acostumbrado a estar hasta más de 50 horas casi sin descanso por ejemplo en el Acrópolis. O en Portugal o en cualquier rallye que se preciara de ello. Las quejas de la dureza del último rallye griego debieron de parecerle un chiste.
Sólo quiero remarcar la última anécdota que me contaban de él la semana pasada. A proposito de la dureza que había habido en el último Rallye de Grecia. Había habido muchas quejas y Andersson, calmado y reflexivo como siempre, sólo dijo. “Y más que debería haber” Para un piloto como él acostumbrado a estar hasta más de 50 horas casi sin descanso por ejemplo en el Acrópolis. O en Portugal o en cualquier rallye que se preciara de ello. Las quejas de la dureza del último rallye griego debieron de parecerle un chiste.
Descansa en paz Ove.
