GANAR O NO GANAR
Ganar o no ganar. No ganar, que no es lo mismo que perder. Ayer en Hungría ganó Ricciardo, ganó Hamilton. Perdió Rosberg, perdió Vettel, perdió Mercedes. No ganó Alonso pero dejó de nuevo una actuación tan portentosa como excelsa.
Tenía dudas sobre la lluvia. Con un monoplaza como el Ferrari tan crítico, no siempre el líquido elemento te suaviza las reacciones. Normalmente las incrementa. También la configuración de estos nuevos monoplazas, con menos agarre les hace ser mucho más difíciles de pilotar. Comparados con los de estos años de atrás que, unos más otros menos, iban sobre raíles. Y aparece la lluvia y les vimos las verguenzas a más de uno y de dos y de tres…
Mientras, en ese momento crítico tras el safety, con la pista en condición mixta, la figura del mejor piloto de la F1 en muchos años se agigantaba y llegaba a ponerse en cabeza del GP con un coche que es el 4º de la parrilla.
Sí, le ayudó la estrategia fallida de McLaren. No fue mala la apuesta de los de Woking. Pero al igual que Williams, no repartieron suerte y pusieron todos los huevos en la misma cesta. Al no llover dejaron el camino expedito a sus rivales.
Alonso salió muy bien. Y sorprendió a Vettel que no tuvo, como últimamente, uno de sus mejores días. Sorprende que uno de los pilotos mejor considerados en agua, sufriera como un perro. No fuera capaz de meter sus neumáticos en cintura y que no tuviera tanta sensibilidad como sus rivales. Su derrota fue absoluta. El alemán se recuperó rápido de la afrenta de Alonso y le devolvió la moneda. Pero poco más. Con un coche que se mostró muy efectivo en la pista húgara, dejó poco. Más bien nada.
SAFETY CAR
Habíamos tenido tras Alemania una discusión sobre si con los ‘Delta Time’, no hacía falta anticipar la salida del Safety. Ayer salimos de dudas. Lo que ha funcionado de siempre sigue siendo válido. Cuanto antes entres, mejor.
Rosberg lideraba cómodamente y la salida del Safety le pilló como a sus tres perseguidores, Bottas, Vettel y Alonso, teniendo que dar una vuelta más. Eso les dejó en medio del pelotón y nos trajo una carrera nueva. Ahí emergió aún más la figura de Alonso que dejó una demostración antológica. En Ferrari arriesgaron, aleyuya levantemos nuestras manos hacia el señor, y decidieron ir a dos paradas. La pista estaba seca y no era raro pensar que hubiera algún safety más. Incluso si llovía, que era algo muy posible, todos tendrían que parar.
Pero quedaban demasiadas vueltas. Quizá cinco más, o tres, de las que esas gomas podían dar. Y el final de carrera de Alonso fue agónico. Pero luchando como un jabato y con sus maniobras de ratón ‘colorao’, no sólo mantuvo el podio, si no que se encaramó a la segunda posición.
Cuando paró era la vuelta 38. Cayó a la 5ª y catorce vueltas después volvía a mandar.
MERCEDES
Que la mala suerte se ha cebado con Hamilton, está claro que es así. Pero quizá esa mala suerte se acabara el sábado. No me extrañaría que el incendio del sábado fuera consecuencia del accidente de Hockenheim en la ‘cali’. Aquello fue un problema de frenos que volvieron a sufrir ayer. Lewis se salió y tocó el guardarail en la segunda vuelta. Se volvió a salir una vez más al menos y no rompió nada. Y no sólo eso, si no que le recortó puntos a Rosberg cuando su objetivo era ceder los menos posibles con su rival. Además Hamilton desobedeció una orden que le pedía dejar pasar a Rosberg. Sobre esto es lógica la polémica. No es que Mercedes estuviera dando prioridad a Rosberg sobre Hamilton. No. Mercedes buscaba la victoria que veía que se les escapaba. Quizá por Alonso pero sobre todo por Ricciardo. Estoy casi seguro que Rosberg no pidió nada. Y al final fue el perjudicado. Porque al decidir Mercedes que parara, probablemente dos o tres vueltas después de lo que habría sido normal, Ricciardo ya le superó en pista. La negativa de Hamilton les hizo perder esas vueltas preciosas, Ricciardo paró en la 54 y Rosberg en la 56. Hamilton de ninguna manera podía ganar la carrera con Ricciardo desatado y la goma media, y de nuevo paró a Rosberg al final. Le paró o le pararon. Porque Alonso tuvo mucho que ver.
RATÓN COLORAO
Alonso hizo un relevo magistral guardando toda la goma que pudo. Terminó haciendo 29s. Incluso se abrió un hueco, con una curva de entrada a meta magistral que le permitía ganar aire en la recta, de 1,1 en la vuelta 67. Pero rodó en 31s en la siguiente para frenar a Hamilton y que llegara Rosberg. Eso hizo que el inglés pasara a preocuparse más del alemán que de Alonso, que pudo mantener esa extraordinaria segunda posición que le reafirma como el mejor piloto en muchos años y uno de los mejores de siempre.
En el podio Ricciardo, sonreía hasta el límite máximo que le permite su boca, y no era para menos. Su pasada a Hamilton es de una decisión absoluta. Por fuera en la 3. Acelerando, controlando el trallazo del coche que se quejaba de esa trazada y obligando a Lewis a sacar la bandera blanca. Cierto que con gomas mejores, etcétera. Pero más allá de eso, el control de su monoplaza fue sencillamente maravilloso.
Ricciardo y su Red Bull sumaban la segunda de la temporada. En un GP tenso, disputado, precioso. Pleno de lucha y emoción. Ahora hablenmé de coches feos, con un sonido horroroso, para quién lo piense, de carreras aburridas y no sé qué más majaderías.
Alonso tenía el rictus serio en el podio. Quizá cierta amargura o decepción. Había estado a muy pocas vueltas de poder ganar de nuevo. Algo que su montura no le permite desde hace más de un año. Pero ayer Alonso, como casi siempre, no perdió. No ganó, que no es lo mismo. Y si no que le pregunten a otros.
GANAR O NO GANAR
Ganar o no ganar. No ganar, que no es lo mismo que perder. Ayer en Hungría ganó Ricciardo, ganó Hamilton. Perdió Rosberg, perdió Vettel, perdió Mercedes. No ganó Alonso pero dejó de nuevo una actuación tan portentosa como excelsa.